#Animalia. Una abogada en la selva.



UNA ABOGADA EN LA SELVA

—Tiene la palabra la abogada defensora para su alegato final.

La joven Gacela se levantó lenta y elegantemente, alisó su falda con la pata y empezó a hablar:

—Señor juez León, tengo tres argumentos que sustentarán de manera indubitable, que mi cliente el señor Chimpancé, no debe ser condenado a muerte.

Su voz era delicada, pero transmitía autoridad, toda la sala estaba pendiente de ella.

—¡Argumento número uno! —dijo estirando su pezuña —este es un juicio político, que simplemente trata de bloquear la candidatura de mi cliente a la presidencia de la selva, ¿por qué? ¿por qué se preguntará usted, juez León? —la abogada Gacela, aunque mencionaba al juez, se dirigía a todos los asistentes, que la miraban embelesados —por la simple razón que el señor Chimpancé lidera las encuestas, y con casi toda seguridad, saldrá elegido presidente de la selva —la gacela había elevado la voz —lo cual terminará con diez siglos de gobierno del partido felino, que… 

—¡Protesto! —interrumpió enérgicamente la fiscal Pantera —la abogada defensora utiliza una suposición para elaborar sus conclusiones.

—A lugar —dijo el juez León, cruzando una mirada cómplice con la fiscal.

La abogada Gacela, no se inmutó, simplemente quitó un par de pelusillas de su preciosa blusa, y volvió a hablar mirando al público.

—¡Argumento número dos! —dijo levantando nuevamente su pezuña —no cabe la menor duda que es una monstruosidad jurídica, dictar una ley que indica que todos los nacidos el día 20 de julio deben morir, y ¡oh casualidad! ese es precisamente, el día del nacimiento de mi defendido —la voz de la abogada Gacela tenía una entonación profunda, melodramática —¡¿Qué explicación tienen esta ley?! ¡¿qué fundamento ético o moral tiene?! ¡¿qué…

—¡Protesto! —la fiscal Pantera interrumpió nuevamente —este tribunal no tiene competencias para cuestionar un ley promulgada por nuestro ilustrísimo congreso.

—Y controlado por el ilustrísimo partido felino —dijo la abogada Gacela, a media voz, mientras se observaba las uñas.

—¡¿Qué dice?! —le increpó violentamente la fiscal Pantera.

—Nada, nada —contemporizó la abogada Gacela.

—A lugar la protesta de la fiscalía —dijo el juez León, mientras lanzaba una sonrisa cómplice a la fiscal Pantera.

La abogada Gacela, muy tranquila, volvió a mirar al público.

—¡Argumento número tres! —esta vez su pezuña levantada hizo un giro teatral, y señaló a la fiscal Pantera —según consta en el sumario, mi cliente ha nacido el 20 de julio, dicho esto, permítanme hacer una digresión: como todo saben, cada año dura 365 días y 6 horas, por eso, cada cuatro años agregamos un día más al calendario, el famoso 29 de febrero de los años bisiestos, y con ello “recuperamos” las seis horas perdidas, estamos de acuerdo ¿no?

El juez León lanzó una mirada interrogativa a la fiscal Pantera, la que respondió con un imperceptible alzamiento de hombros, la abogada Gacela se dio cuenta de ello y no pudo reprimir una ligera sonrisa de satisfacción, prosiguió:

—Pues bueno, déjenme decirles que según la Enciclopedia del Universo Animal —mostró a todo el público el disco compacto de la mencionada obra —un año dura exactamente 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9,76 segundos, y yo le preguntó juez León ¿qué fue de los 9 minutos y los 9,76 segundos?

El juez León estaba desconcertado, pero la abogada Gacela no esperó respuesta:

—Ya se lo digo yo, no los hemos “recuperado”, entonces, si consideramos que medimos el tiempo desde el año 0, y mi cliente vio la luz por vez primera el año 1990, esto quieres decir que hasta su nacimiento nos faltan “recuperar”: 1.990 veces 9 minutos y 9,76 segundos. He hecho los cálculos y se los muestro.

La abogada gacela sacó un cartel donde diáfanamente se mostraban los cálculos, luego de mostrárselo al juez León y a la fiscal Pantera, lo expuso ante el público que lanzó un «ooooohhhh» de asombro.

—¡Pues sí señor juez! hasta la fecha del nacimiento de mi cliente nos faltaban recuperar 12,7 días, es por ello que mi cliente no nació el 20 de julio de 1990, sino el 2 de agosto de 1990, lo cual no lo hace sujeto a esta ley, y por ende ¡debe ser declarado inocente!

La sala rompió en una apoteosis de aplausos, la abogada Gacela recibía las muestras de admiración del público con elegantes inclinaciones de cabeza.

De pronto, con un felino salto la fiscal Pantera, se abalanzó sobre la abogada Gacela y se la comió, la sala enmudeció horrorizada ante la matanza. Entonces el juez León dijo:

—No habiendo más intervenciones, dicto sentencia: condeno a muerte al señor Chimpancé, sobre la base de la ley que impone la muerte a todos los nacidos el 20 de julio.

Hizo sonar su martillo sobre el escritorio, y quitándose las gafas se levantó para retirarse, la fiscal Pantera le hizo una venia, mientras con la lengua quitaba la sangre que aún quedaba alrededor de su hocico.

—¡¿Qué ha sido esto?! ¡¿qué ha sido esto?! 

Un joven chimpancé inquiría con desesperación al señor Chimpancé, hacia el cual ya se había acercado el guardia Tigre, para llevárselo al cadalso.

—En el mundo hay dos tipos de animales, hijo: los que tienen una pistola cargada, y los que cavan. A nosotros nos ha tocado cavar (*).

Las palabras del resignado señor Chimpancé resonaron, mientras encadenado acompañaba al guardia Tigre.

(*) Adaptación de la frase de la película “El Bueno, el Malo y el Feo”

Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabras por las Bodas de Plata de la Promocion Ini Allin. Colegio San Francisco de Asis.

¿Qué nos hace felices?

La Inteligencia Fracasada - José Antonio Marina (resumen)