Anecdota sobre Cien Años de Soledad

En septiembre de 1966, después de trabajar 18 meses como un galeote en "Cien Años de Soledad", Gabriel Márquez fue a la oficina de correo más cercana de su casa en Ciudad de México para a enviar a Buenos Aires el voluminoso manuscrito de casi 500 páginas.
Una vez allí, él y su esposa Mercedes descubrieron que sólo tenían dinero suficiente para enviar la mitad. Recontaron los billetes y las monedas, volvieron a pesar las hojas. Pagaron. Y sólo se fue la mitad.
Regresaron a su casa, empeñaron los únicos electrodomésticos que les quedaban -el secador, el calentador y la batidora- y volvieron para enviar el resto.
Al salir de nuevo -según recordaría múltiples veces Gabo- Mercedes descargaría en una frase todo el peso que llevaba 18 meses acumulándose en su corazón:
-Lo único que falta ahora es que la novela sea mala.

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