La triste, vacía e inocua historia del Esperador de Calpe

"Mantén la cadencia, mantén la cadencia si la pierdes todas la cuentas se van al cacho, mantén la cadencia" su cuerpo se encorvaba para preservar el equilibrio mientras subía la pendiente, el sol de la tarde pintaba de mandarina todo, se esforzaba para no correr tenía tantas ansias de llegar a la ‘silla’, pero no, debía mantener la cadencia si no todas la cuentas se iban al cacho "recién el mar se ha comido una puntita del sol, me he adelantado mucho, pero no podía seguir más tiempo en casa. Mantén la cadencia, mantén la cadencia" ascendía e inexorablemente el polvo iba maquillando de beige sus zapatos negros hasta hace poco perfectamente lustrados, siempre se preguntaba como hacían las olas para burlar al oído siempre estaban haciendo ruido, pero para uno era como si hubiera silencio, en fin, se consoló mirando el precipicio, los lobos de mar le anunciaron que habían pintachas pegadas a la peña, anotó mentalmente ir a tirar cordel un día de estos, un último esfuerzo y con cuidado puso el pie en un pequeño y conocido recoveco de la roca "¡listo! Tres mil novecientos setenta y ocho que lo multiplico por dos contando con la bajada son siete mil novecientos cincuenta y seis y de ayer tenía setecientos cuarenta y siete mil ochocientos sesenta y cuatro o sea que a la bajada serán setecientos cincuenta y cinco mil ochocientos veinte pasos" no recuerda exactamente el día que decidió contar los pasos de sus ascensos, pero sigue pensando que fue una excelente decisión pues creía firmemente que todo lo que se cuenta merece la pena o mejor dicho todo lo que merece la pena se debe contar, un poco más relajado vio con agrado que su endeble silla de piedras se mantenía aún en su sitio, se sentó y movió el trasero para acomodarse mejor, su silla era baja descansó los brazos sobre las rodillas que las tenía casi a la altura del cuello si bien el viento no había podido con su asiento lo turbó sentir que un mechón de pelo estaba oscilando "debí echarme más Glostora, maldita sea, hoy no me puede pasar esto, justo hoy no" tomo el mechón y lo metió debajo de otro más consistente y disciplinado, estiró sus dedos horizontalmente y guiñando el ojo los puso por delante del sol poniente "diablos, todavía falta que la mar se coma dos dedos más de sol, he venido muy temprano... ¡va! igual era esperar en la casa, de todas maneras si la lancha llega más temprano estaré pronto" él sabía que la lancha nunca había llegado más temprano, ni más tarde, si tenía pasajeros para esa caleta llegaba a la hora.
Su mente voló y fue al único sitio donde iba siempre, a ella, hacía tanto tiempo que no la veía, no sabe que ha sido mejor o peor, no saber nada de ella o el día que le avisaron que iba a regresar, lo uno era desconsolador como la muerte de un padre, lo otro era esperanzador como el nacimiento de un hijo "¡mierda!, hoy justo hoy" sintió que un hilo de sudor corría por su sien y se deslizaba sibilinamente por debajo de la mandíbula, miró sus dedos atentamente y eligió por su pulcritud el anular con sumo cuidado lo llevó al nacimiento de su sudoración y con cuidado de cirujano o del que se hace la barba con cuchilla muy filuda siguió la línea previa secándola "sólo faltaba que se me hiciera barro en la cara, hoy justo hoy que regresa ella", ahora miraba desde lo alto toda la rada, ora las lamidas de la mar en la roca, ora las gaviotas; pero siempre regresando al sol para comprobar cuan engullido por las aguas estaba y a aquella roca por donde la lancha debería aparecer, se prometió una y mil veces no mirar el sol tan seguido pues así parecía que nunca avanzaba, pero no podía siempre regresaba a su reloj dorado, "han sido tantos años desde que se fue que no sé como estará, estoy seguro que se fue amándome, ¿habrá dejado de amarme?, quizás si, hay tantos hombres mejores que yo, pero ¿qué diablos digo?, si regresa desde tan lejos es porque siempre me ha amado o por lo menos a comenzado a reamarme, ¿existirá esa palabra?, bueno no sé, si viene de lejos tampoco, quizás a estado en la caleta de al lado, total yo nunca me muevo de aquí; no, no, no ya me hubiera contado alguien que la vio, pero bueno al marido nunca le cuentas esas cosas ¿no?, imposible si hubiera estado cerca yo la hubiera sentido como la siento ahora" desabotonó su camisa lo suficiente para ver su piel pegada contra las costillas, allí en medio del plexo ligeramente sesgado a la izquierda vio el titilar de su corazón a través del pecho famélico "late como nunca, ella está cerca, ¡shoooo! gaviota sal de aquí no me interrumpas" contempló el vuelo de la asustada gaviota que hacía instantes intento posarse cerca de él, dos aleteos y luego planear, una cosa es ver volar una gaviota desde abajo y otra era verla desde las alturas "su vuelo siempre dibuja un semicorazón, no lo digo porque ella esté por venir, lo digo porque es así siempre hacen semicorazones, ja, ja, ja no es así lo digo porque ella está por venir" se paró violentamente y tuvo que usar la mano para no caerse aguzó la vista una quilla doblaba por la roca "¡se adelantó!, no, es la Maria Julia 2 que regresa del toyo", estiró nuevamente los dedos "falta un dedo no más, un dedo y ella llegará" con horror se vio la mano que había puesto en tierra, estaba sucia el sudor y el polvo hicieron su aglutinante trabajo "no puede ser hoy, justo hoy, ¿qué hago?, ¿uso el trapo?, no, porque después no tengo para la cara, pero ¿si ella llega con vestido blanco o tan siquiera claro con esta mano se lo ensucio aunque sea la zurda?, entonces bajo a la casa y me la lavo si corro lo haré en un santiamén, cuento bien los pasos para no perder la cuenta y ya está, pero ¿si en ese interín llega?, ¿si se me pasa?, la caleta es chica la encontraré, pero ¿no será un desaire para ella?, no me queda otra usaré el trapo y bajaré con mucho cuidado cuando llegue, así ya no lo necesitaré para la cara", sacó del bolsillo interior de su bien planchado aunque viejo saco un pañuelo húmedo, el olor de las ocho gotas de perfume que le puso no se habían difuminado en el resto de la humedad, el aroma le supo a mañana de domingo recordó a su padre perfumándose después de la afeitada abrió el trapo con cuidado y con cautos movimientos sacó el barro que había en su mano, se concentró al máximo para lograr el objetivo y todo quedó bien.
"Llegó el momento, ¡es la hora!" se dijo parándose a la par que bajaba la mano que puso contra el sol, la lancha llegaría en cualquier momento, tuvo un ligero mareó pensó que era por el martilleo cruel de su corazón a cada latido vibraba todo su cuerpo a cada contracción se estremecía, tuvo que tomar un par de bocanadas profundas de aire para no ahogarse "ahí está, ahí está" un hombre normal no habría podido descubrir ese punto plomo que era la quilla de una embarcación doblando la roca, quiso empezar a correr pero su sexto sentido de pescador le dijo que esperara un poco más de quilla, no le falló la intuición "es la Huacho 3, viene en punta de la flotilla de la pota" comenzó el desfile de varias embarcaciones unas tras otras, el viento le hizo llegar aunque ahogados los gritos de los marineros en maniobra, con los años había aprendido a con un solo golpe de vista saber si todas embarcaciones habían regresado, nada más doloroso que ver un hueco en la mancha que regresa; pero aún así reviso una por una las lanchas, no estaba la de pasajeros, estaban las que debían estar, demoraron largo en pasar, quería ir él mismo a empujarlas pues podrían estar bloqueando el paso de la nave esperada "hoy es el día y a estos se les ocurre pasar en procesión" también sabía que mentía pues todas llevaban la velocidad de siempre, ni más ni menos, "¡shoooo! Julián larga ya y entra en puerto" recriminaba como si le escucharán, al fin pasaron midió de nuevo el sol ya era un poco tarde, pero aún no mucho "podría ser que esta vez se demore un poco la deliciosa impuntualidad de ella podría afectar hasta la lancha de gente, mentira Magadaleno no dejaría que ni el mismísimo San Pedro atrasara su nave, debo esperar" sintió como si una mano gigantesca apretara su pecho, pudo sentir claramente como la boca se le secaba, se quedó inmóvil el viento le azotaba la cara su cuidado peinado estaba colapsando pero él sólo sentía que todo se ponía oscuro, que se achicaba, que la mano del gigante ahora tenía todo su cuerpo y lo estrujaba como cuando en el batán molía guayabas "ella viene, ella viene este es el día no hay otro" el mar inmisericorde no dejaba de mostrarle su verde plata inmaculado virginal, no había quilla que lo profanase "Dios no hablamos seguido, tú y yo tenemos un pacto de no agresión, el cura me dijo que a pesar que no te buscaba me comportaba como un buen cristiano, nunca te he pedido nada, ni cuando mi viejita se murió de a pocos y sufriendo mucho, ni cuando esa noche me caí al agua pegado a la peña, ni cuando me dijeron que tenía los pulmones para no bucear nunca, nada te he pedido en nada te he molestado, hasta ahora, deja que llegue, que aparezca ahorita, mientras vivo" el sol apenas era una línea amarilla en el horizonte, nadie bajaba la roca a oscuras, pero no importaba él necesitaba quedarse un momento más, estaba sentado otra vez, aunque la visión correcta era que se había hundido, derretido, fundido en la silla, las piernas le temblaban, sentía calentura en las mejillas, tenía que cerrar los ojos continuamente para enfocar y poder ver algo en la oscuridad, ahora ya no buscaba una quilla, quería, deseaba, ansiaba ver el reflejo de un faro sobre la mar.
Ya no había sol, sólo noche una profunda tristeza le nacía en el estómago y no le permitía pararse, con las piernas echas gelatina le parecía titánico levantarse, la suerte estaba echada no llegaría..., una línea de frío intensa sobre el rostro le hizo darse cuenta que estaba llorando "imposible, yo no lloro, ni en el entierro de mi vieja, yo soy fuerte, mentira si lloro y por una mujer, no por una mujer sino por la ausencia de ella". Al fin se incorporó con mucho dolor, el dolor anímico había hecho su efecto en el cuerpo, recién sintió que lo azotaba un frío gélido, tomó una profunda bocanada de aire secó su cara con el trapo y dijo: "hum mañana es el día noventa y seis de esperarla, nueve más seis igual quince y nueve menos seis igual tres, quince entre tres igual cinco, si cinco, mi número de suerte, mañana llega!" dicho esto empezó el camino de bajada con mucho cuidado diciéndose ""mantén la cadencia, mantén la cadencia si la pierdes todas la cuentas se van al cacho, mantén la cadencia".

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