Los Castillos de Sangre
- Pst, pst, pst Mollejas, Mollejas.
Quién me jode ahora, con esta resaca no quiero ni abrir los ojos, hace rato que el sol me está matando, pero ni me muevo porque siento que el mundo gira sin control.
- Pst, pst, pst Mollejas.
- ¿Quién eres?, ¿Qué quieres? – digo enfadado sin abrir los ojos, sólo veo el rojo de mis párpados bañados por el sol, cosquillean las gotas de sudor que de mi cara resbalan por el cuello para perderse en el vello pectoral.
- Soy un pata no ma’, te traigo un datito de los Castillo... "estás muerto".
No hago caso de lo que dice, creo que ni he escuchado, sólo me preocupo por aguantar mi vómito, no quiero regresar la chicha canera.
- Compare’, ¿me has escuchado?,... "estás muerto" - caigo en cuenta de sus palabras.
- ¿Qué te pasa pavo? – digo abriendo los ojos para encontrarme con una cara donde una sonrisa desdentada y burlona me recibe, es una rata – ¿Quién chucha eres payaso?, ¿De dónde has salido? – nunca he sido grosero pero de las primeras lecciones que me dieron al llegar aquí es que la educación es debilidad, hay que adelantar de boquilla, me dijeron, éste es uno de aquellos pastómanos que hacen de mandaderos en la cárcel, las ratas son inofensivas, son el penúltimo escalafón en esta sociedad, sólo superan a los locos y a los agonizantes, puedo tratarlo así.
- Tranquilo varón, tranquilo varón, yo sólo te traigo el dato, no te ases – automáticamente se pone en posición de víctima, simulando miedo, las ratas lo saben todo y éste sabe que soy un "decente".
En el penal los "decentes" somos un tipo especial, justamente eso, somos gente decente que ha caído en la cárcel por esas confusiones de nuestra policía y que se mantiene en ella por esas ineptitudes de nuestra justicia, no somos de este mundo pero estamos aquí, la suerte y el dinero nos lleva a un status quo donde nadie molesta y podemos encapsularnos para no vivir la vida del delincuente, yo soy uno de aquellos "afortunados".
- ¿Qué dices? – no logro entender lo que habla.
- Varón los Castillo me han mandado a decirte que... "estás muerto".
- ¿Qué te pasa güevón?, te has quinceado yo no conozco a los Castillo, la estás cagando el dato es para otro.
- No varón la tengo clara, el mensaje es para ti.
- ¿Para mí?, ¿Qué te pasa baboso?, a esos patas ni los conozco.
- Varoncito – fingió miedo nuevamente – los Castillo son los negros del Pabellón 11, los chalacos, ellos son los barbones ahí me dijeron clarito, dile al Mollejas que "está muerto", no hay otro Mollejas en el penal eres tú, varón.
- Güevón, somos como treinta mollendinos en todo Lurigancho, no debo ser yo – sin quererlo estoy conversando más de la cuenta con una rata, lo hago porque estoy extrañado.
- Varoncito, tú eres el único al que le dicen Mollejas y además eres el único que ha estado faltoso con los Castillo.
- ¿Faltoso?, agüevado te digo que no los conozco, yo nunca he ido al Pabellón 11, ni al Jirón de la Unión – es verdad nunca me había movido de nuestro pabellón un "decente" como yo está a salvo en nuestro pabellón, en la tierra de nadie que es la parte externa de los pabellones no tanto, no sé porque le dicen Jirón de la Unión como la célebre calle limeña.
- Lo manyo varón, tú ni los conoces, pero para la falta que has hecho no se necesita verlos.
- ¿Falta?, ¿Qué falta?, estás hasta las güevas, la estás cagando y por malmandado te van a cocinar, vas a ver, ahora arranca antes que te meta una cachetada – no puedo seguir conversando con él se ve mal, de hecho algunos cumpas ya me miran con un reproche en la cara, una característica del "decente" es el perfil bajo no se puede hablar mucho con una rata – ¡arranca de aquí te he dicho!.
- A las ocho después que se vayan las visitas vienen por ti... "estás muerto" varón – su cara se ha vuelto fría y escupiendo al suelo se va, es una ofensa viniendo de una rata, las ratas son sobrevivientes saben cuándo y con quién pueden tomarse esas licencias, él sabe que este es el momento para una de esas licencias. Es domingo a las ocho de la noche ya no quedará ninguna visita en el penal y la mayoría de los presos ya estarán durmiendo sus borracheras iniciadas con las primeras visitas.
Lo veo partir con su ropa harapienta y su caminar desvencijado, vuelvo a mi posición, pero ya no me preocupa la resaca, mi cabeza está revuelta pero no por la borrachera, estoy turbado, ¿Será verdad lo que me ha dicho?, no tiene sentido, pero nadie, menos una rata, se juega así, ¿Qué puede haber pasado?, una equivocación sin duda, en realidad si había escuchado hablar de los Castillo inclusive los vi alguna vez viniendo al pabellón eran un par de hermanos lo más disímiles posible uno espigado y delgado y el otro bajo y grueso que parecía tener tanto ancho como alto ni el primero llegaba a ser flaco, ni el segundo gordo, eran los taitas o barbones del pabellón más peligroso del penal, el once, por su ferocidad eran los amos de esa parte, a diferencia de otros barbones ellos, cuando se podía, preferían matar con cuchillo y de la peor manera no tenían piedad entre las muchas historias de su crueldad está la vez que mataron a un tipo en tres días, lo destajaron con sus cuchillos con tanta maestría que no le permitieron morir de inmediato lo tuvieron colgado en el corredor de las celdas y como si se tratara de una piñata cada cierto tiempo lo destajaban a vista y paciencia del resto de presos, su poder está basado en el terror.
Me rompo la cabeza, ¿Qué puede haber pasado?, ¿Cómo se ha generado esta confusión?, mi solución es Nano, bueno, Nano es mi solución a todo él es una suerte ángel guardián mío, somos del mismo barrio y hemos jugado juntos de pequeños fue una suerte encontrarlo aquí, él me admira porque me formé como profesional y según sus palabras soy el orgullo del barrio, ahora que he caído en este tremendo error él tiene el encargo de todos los amigos de cuidarme, Nano es un peso pesado en el penal tiene tres ingresos y es conocido y respetado, pues es pieza clave en la red de narcotráfico de la cárcel, Santiaguito si alguna vez tienes un problema avísame no más, y le dices a quien sea que eres pata de Nano Fokinau, ese salvoconducto me ha servido varias veces, en ocasiones pienso que me sobreprotege aunque aquí ése es el mal menor, noto que tiene cierta vergüenza conmigo de sus status en la cárcel, su faceta de criminal nunca la presenta conmigo, no deja que duerma en su celda pues ahí pasa mucho de lo que no quiere que yo sepa pero me ha puesto en una especial que es de las mejores y la compartimos sólo cuatro reclusos una verdadera joya en esta cárcel donde a veces en una celda para dos prisioneros duermen hasta treinta en una suerte de panales hechos con malolientes frazadas colgadas de techos y paredes, llenas de garrapatas y cucarachas. Voy a buscar a Nano ahora mismo, mientras voy del patio a su celda siento que la gente me mira de forma extraña, no puede ser, me estoy sugestionando, son cosas mías yo estoy limpio.
- Hola Peché, ¿Está Nano? – digo entrando a la celda de mi amigo sin tocar la puerta, soy de la familia pues.
- No está se ha ido a hacer un pase, viene a las cuatro – me responde con frialdad.
Él que siempre ha sido amable conmigo me empuja firmemente del pecho y me saca de la celda para cerrarme la puerta de madera en la cara, siempre entro así ¿Por qué está molesto?, qué raro que me haya citado sin reparos que Nano ha salido a hacer una transacción con droga nunca había sido tan explícito, bueno no tengo tiempo para pensar en esto son las diez de la mañana y queda rato para que Nano venga, mejor me voy al patio a seguir descansando.
No puedo descansar sigo intranquilo, ya no es una simple sensación la gente me mira raro, puedo ir ganando tiempo voy a hablar con Taca-Taca él sabe todo lo que pasa en la prisión, está timbeando ahora, pero no importa lo puedo interrumpir un rato.
- ¿Que hay Taca-Taca?, ¿Ya perdiendo tan rápido? – le digo sentándome a su lado en la desvencijada banca, de inmediato todos los que están jugando con él dejan los naipes y se van – ¿Qué pasa, ya terminaron?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, ya a-a-a-acabamos – me está mintiendo las cartas están recién repartidas.
Tratando de parecer lo más natural posible, le digo.
- Taca hace rato una rata se ha quinceado conmigo y me ha dicho no sé qué güevada con los Castillos ¿Sabes algo?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito – ¡mierda! porque no obvia el "si Santiaguito" para conversar más rápido – lo s-e-e-e esa ra-ra-ra-rata es chalaca.
- Pero yo no conozco a esos patas mas que de nombre, ¿De dónde saca que he chocado con ellos?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, ha-a-a-a-s chocado con ellos y co-co-co-como no se debe, en la ca-ca-ca-cárcel no se puede faltar a-a-a-así.
No pudo creer lo que me dice, ¿De qué habla?, lo tomé con fuerza por el brazo, él se inquietó.
- ¿Cuál falta Taca?, ¿Cuál falta?.
- Taca ven pa’ ca – es el Faite un matón que hace de guardaespaldas de un narco, me miraba con fiereza, mi vehemencia se interpretó como violencia.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, me-me-me voy puta que ma-ma-ma-mala pata, tú eras un ca-ca-ca-cague de risa.
¿Era?, ¿Era? por qué me habla así, veo como se va, estoy petrificado, me duele la cabeza giro el cuello para aliviar el dolor y aprovecho para ver al resto de gente en el patio, parece que hubiera creado un campo de fuerza ante ellos, toda la loza está tugurizada de gente salvo un círculo a mi alrededor que está desierto, me miran de reojo cuando mis ojos los encuentran se voltean, me miran y hablan entre ellos, pongo la cabeza en la mesa me duele tanto que me va a tumbar, miro el reloj son las once y media de la mañana.
- Santiagou, Santiagou – levanto la cabeza y tengo que guiñar un ojo para que el sol no me deslumbre mientras trato de saber quien me habla, ¿Será mi tabla de salvación?, no, es Irak un gringo excombatiente de la guerra del Golfo, pero luego de 8 años en la cárcel desayunando, almorzando y comiendo pasta básica de cocaína de ese superman americano solo queda una osamenta pestilente y desdentada con un color mezcla del rosado natal y el cenizo del humo, está aquí por burrier abandonado por todos, salvo por un diligente funcionario consular que todos los fines de mes viene a dejarle cien dólares sin decirle una palabra, contento de cumplir el procedimiento, sin preocuparse que ese dinero se hará humo en menos de una día – compadritou, compadritou – jalaba sus palabras – now que te morir, ¿me dejar tu cadenita?.
- ¡Hijo de puta! – instintivamente aprisiono con las manos la cadena que rodea mi cuello.
- ¿Qué chucha tienes?... – le grito en la cara mientras trato de alcanzarlo para golpearlo, es una piltrafa humana pero esquiva muy bien – el que se va a morir eres tú, eres tú, ¡te mato mierda! – estoy fuera de control y no me importa – ¿Quieres la cadenita de mi hija güevón?, ven pues ¡quítamela!, ¡hijo de puta! – todo el patio me mira, un decente como yo no puede hacer esos escándalos, recuerda Santiaguito siempre el perfil bajo, pero no pude contenerme de un momento a otro Irak ha desaparecido, regreso a mi sitio temblando no sé si de ira o de miedo.
- ¡Qué bravo que eres cacherito!, a ver cómo te funciona con los Castillo – el patio rompió en risas, no levanto la cabeza, no lo necesito la anónima puya es a mí.
- ¡Pero si quieres puedes bailarle a los Castillo y te la sacas para que te la chupen! – risas otra vez.
- Ahora te pones hermoso, quiero verte más tarde – las voces salen de la masa tengo ganas de correr, pero me quedo quieto.
Pasa un rato largo, me levanto y voy a mi celda, cómo un ambiente tan tranquilo para mí donde saludaba a todo el mundo y todo el mundo me saludaba puede tornarse de un momento a otro en una selva tan agreste y peligrosa, son la una de la tarde todavía faltan tres horas para que regrese Nano, ¡mierda! la puerta de la celda está cerrada, tocó con la fuerza de la impaciencia, me abre el Cholo Verdura pero no se quita del umbral.
- Permiso cholo – le digo e intento entrar.
- No pasas Mollejas – su cara era pétrea, con el cholo nunca había habido gran simpatía pero nunca me hizo problemas, tenía el respaldo de Nano.
- Cholo no jodas, estoy mal quiero echarme en mi cama.
- Aquí ya nada es tuyo, ¡arranca!.
- ¿Qué te pasa Cholo?, Nano ha pagado por esta celda para mí – la he pagado yo pero prefiero citar a Nano para que sepa quien me respalda.
- Me llega al huevo, no pasas.
- Cholo te estás ganando un problema por las güevas, déjame – e intento nuevamente entrar.
- ¡Sal de acá conchetumadre! – grita como un energúmeno – ¡sal mierda o te meto un puntazo! – y tomó la pose típica del delincuente que te atacará, de perfil para no exponer el tórax, escondiendo el brazo posterior estirado tras el tronco para que no se vea el arma, la cosa está pasando a mayores.
- Tranquilo Cholo, déjalo, esa sangre no es tuya – intervino Ceferino un indio aguaruna que tiene más culpa y más dinero del que aparenta – Mollejas es mejor que te vayas compare’ – dice y me lleva por el corredor.
- Pero ¿Qué pasa Ceferino?, esta es mi celda – le respondo tratando de parecer agresivo, pero sé que suena a súplica.
- Ya compare’, ya, anda no ma’ pa’ allá, no adelantes las cosas, tu sangre no es del Cholo, es de otro, chocaste con carne ajena pe’, deja que las cosas sean como son – era de hablar poco pero esta vez, no se midió.
- Ceferino, por favor dime qué pasa, ¿Qué he hecho? – ni me ha escuchado, ya está entrando a la celda y ha cerrado, parece que todos saben algo sobre mí menos yo.
¡Qué hago estoy desesperado! Nano no vendrá aún.
- Por gozar con Eros ahora sufres con Tánatos – escuché una voz a mis espaldas, era Sócrates un orate con el que muchas veces había hablado de mitología, sabía mucho más que yo.
- No tengo tiempo para ti Sócrates, ¡déjame! – soy rudo con él, no le presto atención, otras cosas ocupan mi mente, empiezo a asustarme.
Veo a Irak en el fondo del pasillo cerca de la paila, corro hacia él como loco, me mira e intenta huir, soy más rápido, alcanzo a tomarlo por la camisa antes de que salte por las escaleras
- Tranqui, tranqui, no te voy a hacer nada, ya pasó – forcejea un rato hasta que se distiende aunque aún me mira asustado – no pasa nada Irak, no te voy ha hacer nada, sólo quiero que me digas algo -
- Si Santiagou, si Santiagou, no pasar nada, I din’t knew lo de tu hijita, nunca más, nunca más – tiene suerte de que sé inglés y le entiendo.
- Ahí queda Irak, ahora quiero hablar contigo de otra cosa.
- Ya, ya, pero ¿Tener una moneditau?.
Meto la mano al bolsillo y le doy 50 céntimos, él ríe, los besa y se los echa al bolsillo.
- Ahora dime, ¿Cómo sabes que voy a morir? – me sorprendo a mi mismo hablando de mi muerte como algo probable
- Oh, oh, ¿You don’t know nada? – dice como cayendo en cuenta de algo – ¿No saber tú nada de lo ayer?.
- Como voy a saber si me metí una gran borrachera, no me acuerdo de casi nada.
- Ayer tú borracho fuck una girl ¿no?.
- Si, algo me acuerdo – era mentira me acuerdo perfectamente y una calentura me recorre el cuerpo, Elena era una trigueña espectacular, alta, de piel canela y cabello lacio que le caía sobre los hombros cuadrados, un cuello tan fino como su cintura, una boca voluptuosa como sus caderas, piernas vigorosas, cómo había gozado con esa mujer, no sé cómo haré para poder esperar al miércoles y verla de nuevo, pero ¿Llegaré al miércoles?, muevo la cabeza como para espantar ese pensamiento.
- Ahí ‘ta Santiagou.
- ¿Qué está ahí?, no te entiendo, era una rufla a la que le gusté y no me cobró – a pesar de su belleza Elena era la típica rufla, mujeres que vienen al penal y fingiendo venir a visitar a alguien ejercen el meretricio con pingües ganancias, ayer Elena había aparecido en la fiesta que se armó para las visitas femeninas nos habíamos preferido desde el comienzo cruzando miradas libidinosas, me aseguré que no sea pareja de ninguno de los compañeros, precaución más que necesaria en este ambiente, un presidiario es muy sensible a la infidelidad, realmente es algo que nos atormenta pues me pasa con Andrea ella me da toda la seguridad del mundo, pero a veces pensamientos parásitos cruzan por mi mente y creo que mi fiel esposa ya no lo es, con Elena esperé hasta el final para abordarla y me confirmó que no era pareja de nadie del pabellón, así es que bailamos y bailamos apretándonos cada vez más, hasta que el licor y el deseo no nos dieron para más, subimos a mi celda y nos entregamos al sexo, explotamos juntos tres veces mientras continuamos bebiendo yo, inhalando coca ella, no sé cuando se fue pues la chicha canera me dejó en la inconciencia.
- Ahí está ¿qué?, habla claro Irak.
- Elena siendo mujer de un Castillo... "you’r dead"
Siento que un rayo me parte la cabeza, ya entiendo, estás muerto..., eres el único que ha estado faltoso..., para la falta que has hecho no se necesita verlos..., has chocado con ellos y como no se debe, en la cárcel no se puede faltar así..., ¡qué bravo que eres cacherito!..., déjalo, esa sangre no es tuya..., "chocaste con carne ajena pe’..., you’r dead... todas esas frases retumban en mi cabeza, Eros lleva a Tánatos eso me quería decir Sócrates, eso era.
- Nooo... – traté de negar lo que ya sabía – ella no es mujer de nadie ¡yo me aseguré!
- Santiagou ella ser mujer de nadie del pabellón, pero si del Castillou, por eso ayer todous te mirar, trataban de avisar tú, pero tú estar drunk.
Era verdad me habían estado mirando pero yo sólo tenía ojos para Elena, ella empañaba todo, mi suerte de ayer es mi desgracia de hoy. Me recuesto contra la pared mientras me resbalo hacia el suelo con las dos manos me tomo la cabeza, sé que para esto no hay salida he hecho lo peor que se puede hacer en la cárcel, para esto no hay perdón.
- Santiagou, Santiagou, ¿tienes otra moneditau? – Irak me tira la manga del polo.
- No Irak, no tengo – le digo desalentado.
- Come on, dar mí otrau moneditau, tú tener.
- No tengo he dicho – mi voz suena más cortante mientras saco mi polo de entre su mano sucia, quiero ser más rotundo pero no tengo ni la fuerza ni las ganas.
- Santiagou necesitou, brother tener hambre, si me dar una moneditau poder chupártela, si me dar dos moneditau me la poder meter un ratitou, estar recién bañadito yo.
- ¡Fuera mierda! – le digo asqueado por su propuesta no es para mi novedad que los adictos se prostituyen por dinero para drogas, pero escuchar la propuesta me enerva, hasta donde puede llegar esta gente.
Son las cuatro de la tarde no puedo detenerme más voy a darle el encuentro a Nano, con él a mi lado no me puede pasar nada. Salgo al patio y lo veo entrar por la puerta, quiero correr hacia él, pero me detengo, luego camino mi ansiedad hace que mis pasos sean más rápidos de lo recomendable, me acercó a Nano y esbozo una risa nerviosa.
- Hola compare’, ¿Qué te pasa? estás con una cara de muerto, ¿no ha estado tan bueno el paseo del domingo? – Nano apenas gruñe una respuesta, no tiene nada de su normal jovialidad, casi pasa delante de mí, debo voltear y seguirle el paso – compare’ necesito hablar contigo – le digo.
- Dime.
- Pero párate no quiero hablar caminando, tengo un problema.
Nano se sienta en una grada de la cancha, no me mira a la cara, está con el gorro hasta los ojos, quizás no quiere que me dé cuenta de cuanta coca a consumido.
- Habla – estoy extrañado él es siempre tan amable conmigo, como en la infancia, ahora es un bloque de hielo, ¿tan grave será su problema? pero bueno debo ocuparme del mío.
- Oye por la mañana vino una rata y me dijo...
- Santiaguito lo sé todo, vengo de donde los Castillos – el alma me volvió al cuerpo Nano no estuvo en la fiesta de ayer pero se enteró de todo por la mañana y ha estado resolviéndolo, ¡Qué buen pata es! – me he estado drogando todo el día con ellos viendo tu cuento.
- Puta Nanín te pasaste te debo una más compadre
- No me debes nada Santiaguito, los Castillos siguen con lo suyo... "estás muerto".
Una oleada de terror me sacudió.
- Pero Nano tú eres mi pata, no puedes dejar que me pase esto hermano, contratemos gente para...
- Todo está hecho – dice parándose y levantándose la gorra para mirarme fijamente – le he fallado al barrio, no te puedo cuidar en ésta - veo una lágrima caer por su mejilla – desde ahora no me hables, no me busques, no me sigas.
Su tono fue duro, amenazador, se va, intento seguirlo y una garra me toma por el cuello, me duele, es Faite que mirándome sanguinariamente me obliga a sentarme en la grada, mientras veo que Nano, se aleja, abrazo mis piernas me siento verdaderamente desamparado todos me miran veo piedad, sorna, curiosidad en esos ojos. Me quedo en esa posición por un buen rato, son las cinco de la tarde no puedo quedarme así como un cordero al que van a degollar soy inteligente necesito concentrarme para salir de ésta. ¡La policía! si sólo logro pasar esta noche mañana vendrá mi abogado y me puedo hacer aislar, mi abogado irá a la prensa y la policía tendrá que protegerme para evitar un escándalo, que haya un muerto en esta cárcel no es problema, pero si la prensa lo vaticina y se da, ahí si que se arma la grande, tengo que hablar con el guardia del pabellón aún en la cárcel hablándole bien al policía la ley puede funcionar, me levanto y voy hacia la salida del pabellón.
- ¿A dónde vas Mollejas? – es Melitón el encargado de disciplina del pabellón, eufemismo de portero.
- Voy a hablar con el tombo – es riesgoso decir eso, pero no tengo otra.
- ¿Para qué? – no me queda duda que ya lo sabe pero es su ritual.
- De una cosa.
- Anda no ma’ Mollejas, pero es por las güevas, vienes rápido.
- Ya – no me desmoraliza lo que dice, debo negociar con el policía, mi trabajo fuera era ese, lo haré bien.
Me acercó al policía que dormita.
- Jefe, jefe – el tipo despierta de a pocos, trata de acomodar infructuosamente la barriga dentro del uniforme – jefe, disculpe que lo moleste – siempre hay que hacerlos sentir respetados.
- ¿Qué quieres?- dice con los ojos entreabiertos mientras se seca la baba que tiene en la mejilla.
- Jefe quiero hablar un ratito con el comandante de guardia – le digo mientras deslizo bajo su mano un billete de diez soles.
- Ah Mollejas, eres tú – me dice mientras con el mayor desparpajo desdobla el billete y lo mira a contraluz para ver si no es falso, mi sutileza fue inútil – el comandante está en la playa, es febrero pues compare’, sólo los cojudos como yo trabajan en verano – luego dobla el billete se lo mete en el bolsillo de la camisa, se acomoda y con la gorra sobre la cara se dispone a seguir durmiendo.
Me cagó con las diez lucas digo para mí.
- Pero si está de guardia jefe, ¿Seguro que no ha venido?.
- No jodas Mollejas, de guardia está para los otros cojudos, los de arriba, que se la creen que un comandante va a estar en este hotel cinco estrellas un domingo de verano –me hablaba desde debajo de su gorro.
- ¡Puta madre! – digo mecánicamente.
- ¿Que pasó Mollejas te acordaste de tu vieja?.
- Nada jefe, no doy pie con bola y tengo un problema.
- Ah
No podía ser, todo se confabulaba contra mí, tenía que dormir con los policías, era mi única salvación.
- Jefe necesito que me haga una gauchada - le digo en tono cómplice y más que nervioso, sé que me estoy jugando mi última oportunidad.
- Habla Mollejas – la voz de debajo del kepí resonaba como de ultratumba.
- Jefe tengo que dormir con Uds. esta noche, mire lo que pasa es que…
- Mil dólares Mollejas – me cortó a media frase.
- Perdón jefe no le entendí, pero lo que le quería decir es que…
- Mil dólares Mollejas y te vienes con nosotros.
- Jefe no tengo esa cantidad – sé que debo pagar, pero es una exageración – jefe por favor comprenda es un asunto de vida o muerte, lo…
- Mucho floro Mollejas, si quieres ir con nosotros, la suite te cuesta mil dólares
Me quedo anonadado, ese dinero no lo tengo, pero mi vida cuesta más ya veo de donde saco mañana.
- Esta bien jefe, mañana le digo a mi abogado que me traiga y a más tardar el viernes tiene su platita.
- Ni cagando Mollejas, ahorita o nada, hasta el viernes quién me asegura que llegas.
Él sabe lo que pasa, ¿Cómo puede ponerse así?, ¿Cómo puede ser tan insensible?, siento que empiezo a perder el control.
- Pero jefe cómo puede hacer esto me van a matar, ¿no lo comprende? – en mi tono se confunden desesperación y llanto – por favor entienda tengo una familia como Ud., Ud. sabe que no soy de aquí – mi voz es un lamento desesperado, pero demasiado alta para no herir la sensibilidad del policía, craso error.
- ¡Melitoooon! – es la respuesta del policía esta vez se levanta la gorra con la mano para que su grito llegue a destino - ¡Melitoooon!.
- Dígame jefe – llega el cancerbero corriendo.
Llévate a este maricón de mierda de aquí.
No me puede votar, no me puede mandar a matar, lo denunciaré – gritó frenético tratando de soltarme de Melitón.
En mi cabeza retumba una explosión, quedo atontado y me tambaleo, veo borroso, por el ardor en la oreja me doy cuenta que Melitón me ha golpeado ahí, desde mi turbamiento oigo mientras me arrastra.
¿Ves Mollejas?, ¿Ves Mollejas lo que me obligas a hacer?.
Me tira en un rincón del patio, sólo tengo ganas de dormir, de dormir profundamente o de despertarme de esta pesadilla, abrazo mis rodillas y ruedo hasta quedar de costado, cuan bajo he llegado, tengo miedo, siento verdadero miedo, aparece la cara sonriente de mi hijita, de mi Lucerito, no puedo quedarme sin ella, ella no puede quedarse sin mí, me paro tengo que jugarme una carta más, debo confiar en mí, voy hacia Melitón que toma una sopa acercando un pote hasta tocar su barbilla
- Melitón voy a salir.
- ¿A dónde?.
- ¿Qué importa?, si ya estoy muerto.
- Hasta que no estés frío Mollejas tienes que decírmelo.
- Quiero ir a hablar con los Castillo.
- La güeva Mollejas eso menos.
- Pero Melitón sólo quiero hablar con ellos no va a pasar nada.
Ni responde sólo agarra la reja poniendo su brazo como una incólume tranquera.
- Ya pues Melitón te puedo chorrear un sencillo y unos fallos si me dejas.
- No contesta.
- Dale compare’, voy un ratito y regreso al toque.
- Entiende Mollejas ¡nooooo…!, no puedes salir, ¿Quieres que te meta otro manazo?.
Me ha perdido el respeto totalmente, radio-cárcel esa misteriosa red de comunicación boca a boca que hace que la información importante fluya casi de manera instantánea ya había llegado a Melitón, si supiera que Nano aún me cuida no me hablaría así y menos me hubiera golpeado hace unos minutos.
- Pero Melitón – suplico – necesito salir para hablar con ellos qué hay de malo en eso, es sólo para conversar.
- Mollejas eres bruto ¿no?, si los Castillos vienen y te dan chifa aquí no hay problema ellos son los que están en falta, pero si tú vas para allá le van a decir a la tombería que fuiste tú a buscarlos y ahí cago yo, no vas a salir y ya me cansé, pasa, pasa.
Melitón me ha empujado apenas, pero es suficiente para que caiga sentado, algunos se ríen, otros me miran con tristeza, otros con indiferencia.
Me toman por las axilas y me levantan en vilo justo cuando una riada de gente casi me atropella, las visitas se van, los menos ecuánimes, los más ebrios, pero todos tristes.
- Cuidadou Santiagou te van a aplastar.
Es Irak que me habla, estoy temblando no tengo fuerzas para levantarme son las seis de la tarde, sólo faltan dos horas para que vengas los Castillo por mí.
- ¿Y si no vienen Irak?, ¿Si se les pasa? – hablo mis pensamientos.
- Santiagou no engañarte ni afuera ni aquiu nadie olvidar que se han fuck su mujer, ellos vendrán.
- ¿Qué hago Irak?, ¿Qué hago? – casi le grito en mi desesperación.
- Pelea Santiagou, ¡mételes chaira!.
- No tengo ninguna posibilidad Irak, ellos son dos y han nacido para matar, yo nunca he usado un cuchillo.
- I know, I know, pero si tienes un lucky punch, ¿Who know?.
Se me ilumina la mente, puedo encerrarme en una celda, hay una que siempre recibe a la gente, la del pastor, el viejo Testigo de Jehová que lucha contra corriente en esta cárcel, seré su más fiel acólito, al fin no es pecado contra Dios pues alabamos al mismo, sólo tiene que hacerme pasar la noche en su celda-templo.
Si pudiera correría pero las gradas de subida al pabellón están congestionadas y en mi actual posición son muy peligrosas para mí, cualquier borracho puede querer cebar en mí algo malo que le pasó o simplemente su tristeza, tengo que esperar hasta que el tránsito esté tan ralo que no haya la menor oportunidad de rozar a alguien, tengo prisa angustiosa, como si los Castillo ya estuvieran caminando hacia a mí, logro escabullirme en el pabellón no sin antes sortear a tipos peligrosos.
La puerta de la celda-templo está abierta la veo como el ingreso al paraíso, entro y veo al viejo con los cegatones ojos sobre su ajada biblia, levanta la vista algo sorprendido, tarda unos segundos en reconocerme se levanta viniendo hacia a mí.
- Pastor he venido a entregarme al Señor – miento descaradamente.
- Hijo has venido a la Casa del Padre – dice cálidamente, mientras coloca su dos manos sobre mi cabeza tengo ganas de llorar y abrazarlo estoy salvado – Jehová tu hijo en esta hora triste ha vuelto su cara hacia ti, tenlo en tu seno pues es creación tuya e imperfección de él – instintivamente entrelazo mis manos en señal de oración
Luego me toma del brazo, me lleva hasta la puerta y me dice:
- Que se haga la voluntad del Señor – y cierra la puerta de la celda-templo en mi cara, me siento desfallecer.
- Pastor, Pastor, me ha dejado fuera ¿Por qué me hace esto?, ¡Me van a matar!, no es cristiano abandonarme, Ud. será el culpable de mi muerte, ¿Por qué se mancha las manos así?, Dios no se lo perdonará.
- Las cuentas de los hombres, se saldan entre los hombres; cuando hayas pagado lo tuyo, descuida hijo yo rezaré porque estés en la gloria del Padre .
Escucho su voz desde detrás de la puerta, es como una sentencia no tengo fuerzas para insistir, sólo me dejo caer otra vez hasta el suelo, no puedo más son las siete los Castillo vendrán a matarme dentro de 60 minutos, como dentro de un sueño siento el arrastrar nervioso de las harapientas zapatillas de Irak que se acerca.
- Vamous Santiagou, párate tenemos que prepararte - no se qué manía tiene este tipo conmigo, no sé por qué me ayuda, es el único, en la cárcel uno aprende a qué nada sucede porque sí, aquí no hay almas caritativas ni mucho menos, pero no tengo ganas ni fuerzas para desconfiar de la única persona que se preocupa por mí, Irak me levanta como a un muñeco y me empuja para que camine, lo hago como drogado, sólo sigo por la inercia de los empellones de él, ¿me estoy acostumbrando a la idea de estar muerto?, me lleva al lugar donde duerme un espacio entra la pared del inmundo baño de las ratas y la pared lateral del pabellón de debajo de los trapos que usa como cama saca un cuchillo, me horrorizo al verlo ¡me va a matar! siento una piedra obstruyendo la boca de mi estómago retrocedo casi por instinto sin dejar de ver aquel artefacto que sólo puede significar muerte, realmente no es un cuchillo es una hoja de metal herrumbrada que tiene un lado con una vena plateada signo irrefutable que ha sido recientemente afilada, en la base con trapos se ha hecho una suerte de empuñadura, nunca he visto uno tan grande
- Toma, Santiagou agarra fuerte – intenta ponerme el arma en la mano, pero se cae, se me hace pesadísimo.
Intenta otra vez y logro asirlo, pone la hoja contra mi antebrazo como midiendo, cuando la fría punta toca la parte interior de mi antebrazo siento un escalofrío.
- ¡Excelent! el tamañou es perfectou, ahora hay que curarlou.
Irak parecía hablar consigo mismo y tomarme como una marioneta a la que prepara para una curiosa actuación, me lleva hacia el baño, el acre olor de excremento y orina es repugnante casi inaguantable, Irak me quita el cuchillo de la mano y desamarra la soguilla que sostenía su viejo pantalón de buzo, se pone en posición de defecar y ahí en el suelo sin acercarse al inodoro defeca sobre la hoja del cuchillo, sus eses corren por el metal, vomito, no puedo contener mi asco, Irak no se detiene sin decir nada más y siempre con ese caminar ansioso lleva la hoja hacia la poza de orines que alguna vez fue un urinario y la sumergió.
- Con estou la chaira además de cortar infecta, si no muere desangradou muere infectadou, ellos conocen una chaira curada, sabrán que no eres un cojudou.
No sé si agradecer o no, sólo tengo colgando de la mano este aparato grotesco y repulsivo siento que no tengo fuerzas para empuñarlo como se debe.
- ¿Irak duele? – otra persona habla por mi boca.
- ¿What?.
- ¿Duele cuando entra el cuchillo? – repito mecánicamente con la vista extraviada – ¿Cuando te cortan duele?.
- Nou, nou, nou duele la adrenalina no deja que doler, solou sientes caliente, nou duele nada.
Sólo faltan quince minutos para que vengan, tengo el cuerpo laxo, no tengo fuerzas, Irak cual un mandril sube al techo del baño va por algo y me da una idea, escaparé por las paredes me iré a la pampa ahí me puedo esconder hasta mañana, tan sólo hasta mañana, quiero subir y no puedo no me dan las fuerzas.
- Irak, Irak – saca su cabeza desde el techo – ven ayúdame a subir.
Lo hace, estando arriba trato de escalar ese muro plano y cruel que no me da una rendija por donde trepar, además las fuerzas no me acompañan.
- Santiagou estou es la cárcel si fuera fácil subir los murous, crees que estaríamous aquí, We can’t, ven.
Me quedé en el suelo con ese centenar de pirañas en el estómago que me marean y ordeñan mis fuerzas, Irak toma mi brazo izquierdo y lo envuelve en un trapo que sujeta con unos cordones amarillentos.
- Este brazou usa para defenderte de los cuchillous desvía la hoja no pares defrente el golpe.
Escuchaba su voz como en un sueño no tenía ganas de la lección de pelea con cuchillo en un minuto.
- Stand up Santiagou, mira – desde el techo observo el patio ya en penumbras y completamente vacío – es mejour que los esperes en el patiou necesitas espaciou para correr – ¿Correr? si las piernas no pueden ni sostenerme – son dous tienes que separarlous evita las esquinas y las paredes para que no acorralen si te pones contra la pared el 50% de tus vías de escape han desaparecidou si vas a las esquina el 75% - Irak ya no habla como una rata, habla como un profesional de la guerra – no te preocupes que tengas unou detrás sólo gira 45gradous y ya lo tienes con el rabillo del ojo, si miras al suelo puedes mirar mejour para los costadous, siempre sal corriendou haciendou ángulou con ellous, sólou ataca si estás en ventaja antes not, recuerda no tajar con el cuchillou, punza lo más adentrou que puedas, pero ten cuidadou con el pechou pues se atraca en las costillas, el cuellou es lo mejour, al lado del arcou de fútbol hay otra punta que te dejou por si se te pierde ésta.
Por algún momento creo que esas lecciones me van a salvar, pero pronto comprendo que no tengo oportunidad. Irak me ayuda a bajar, faltan cinco minutos para las ocho, Irak me da un abrazo y me dice:
- Santiagou no te olvides de lo que te he dichou.
- ¿Por qué lo haces Irak?, los Castillo te pueden matar por esto.
- Santiagou ahora soy una rat, pero nunca dejaré de ser un soldadou preparadou, si los Castillou se meten conmigo los matou.
- ¿Por qué lo haces?
- No es justa una pelea así.
- Entonces pelea conmigo ¡ayúdame Irak! – puedo salvarme si él está conmigo.
- No puedou Santiagou la cárcel tiene sus reglas y tengo que respetarlas.
Me abraza, a pesar de su olor nauseabundo lo abrazo y no lo quiero soltar, me retira las manos y se pierde por el techo, se va.
Tiembla todo mi cuerpo camino por el patio arrastrando el cuchillo voy a un extremo para ver la puerta del pabellón y está abierta, Melitón no quiere problemas con los Castillo, siento un viento helado en mi espalda, la sensación de vulnerabilidad es horrorosa, el temblor es incontrolable me paro en el centro del patio y veo hacia donde correré primero chasss me hiere el metálico cerrar de la puerta del pabellón, ¡ya llegaron! están aquí con puntualidad asesina, comienzo a correr como en cámara lenta apuro a mis piernas pero estas no quieren ir más rápido corro hacia el pabellón he olvidado las lecciones de Irak, subo las gradas a trancos voy hacia el final del corredor en penumbra todas las puertas de las celdas están cerradas, "evita las esquinas y las paredes para que no acorralen si te pones contra la pared el 50% de tus vías de escape han desaparecidou si vas a las esquina el 75%" retumban en mi cabeza las palabras de Irak ¡Qué hago, estoy haciendo justamente lo contrario! por un momento pienso que Nano abrirá su puerta, vana esperanza, mi temblor no para llego a la pared y me pego a ella como tratando de mimetizarme con el concreto me duelen los huesos de tanto que empujo, escucho pasos cadenciosos subiendo por la escalera son ellos, poco a poco los pasos se hacen más cercanos, ¡Dios mío ayúdame no quiero morir! siento algo caliente en mi entrepierna me he orinado eso descarga en algo la opresión que siento en todo el cuerpo, miro mi mano y el cuchillo se resbala hasta caer en el suelo, ahora no tengo oportunidad, poco a poco las dos siluetas empiezan a dibujarse acercándose hacia mí ¡Qué hago! aparecen los Castillos sus rostros son fieros pero caminan con las parsimonia del que va a resolver un mero trámite el más alto tiene cara de niño malo y el más bajo está desfigurado por una cicatriz que le cruza la cara y le levanta el labio para dejar ver un diente apenas blanco, no hablan nada pero tienen en las manos sendos cuchillos vienen hacia mí están a unos metros, instintivamente salgo corriendo y cruzo por en medio de ellos apenas rozándolos no esperaban esto empiezo a correr por el pasillo alejándome volteo para ver como se dan la vuelta sin apuro y caminan hacia mí, ¡logré escapar!, se están quedando, ya me asustaron lo suficiente ¿no?, no más querían eso ¿no?, debo llegar a la puerta para irme a la pampa, tengo sed, ¿qué me pasa?, no, no, no es el momento para que se me adormezcan las piernas, bajo la vista todo mi pantalón está oscurecido ¿Qué pasa?, de pronto siento agujas clavadas en mi costado, estoy todo empapado, levanto mi polo y veo una boca profunda en medio de las costillas la palpo y mi dedo se hunde, me han apuñalado el dolor es indecible quiero gritar pero no puedo, me toco la garganta un pedazo de carne cuelga de mi cuello, me lo han rebanado, Irak dijiste que no dolía, duele mucho amigo, duele mucho, me caigo sobre una grada pegada a la pared cosa curiosa estoy sentado con las manos una cada costado como diciendo vengan a mí, siento cómo la sangre corre por mi cuerpo y piernas ¡qué dolor!, ellos vienen caminando sin prisa y en silencio los veo acercarse, creo que van a pasar de largo saben que me han matado, ya está, no se van, enfilan hacia mí levantan sus cuchillos quiero cubrirme la cara quiero cerrar los ojos pero no puedo sus puñales vuelven a hundirse en mí ¡ayyy! me duele, vuelve a salir el cuchillo de uno y me desgarra, el del otro se ha atracado en mi clavícula no puedo soportar más pone su zapatilla sobre mi cara y saca el cuchillo dislocándome la clavícula el dolor es insoportable, mi cuerpo no responde pero mi cerebro sigue, vuelven al clavarme miran antes de apuñalarme parece que no quisieran dejar ninguna parte sin punzar, el alto pone la mano sobre mi hombro para sostenerme bien y llegar a mi corazón, tengo la boca llena de sangre, ya apuñalaron mi pulmón, ¿Por qué siguen?, ya estoy muerto, paren, paren por favor ya no soporto este dolor, sus caras son inexpresivas parecen matarifes en un camal siento que una parte de mi cuerpo se desprende, no sé cual, oigo el ruido seco cuando cae sobre el cemento, el alto se enjuga el sudor y vuelve a acuchillarme, para al fin, el bajo me mira directo al rostro como calculando cuando veo venir la hoja plata del arma justo directo a mi ojo, estalla una burbuja roja frente a mi siento como la punta del cuchillo choca con el fondo de mi cráneo y araña la pared al salir jriiichhhh canta el metal desgarrando el cemento, me mueve la cabeza varias veces al tratar de sacar el arma, no soporto más el dolor, con el único ojo que me queda veo que se da la vuelta y junto a su hermano se va con el mismo paso cadencioso y en silencio como vinieron llevan los cuchillos goteando mi sangre, ¿Quién viene?, ¿Quién se acerca?, Irak eres tú amigo, ¿No te das cuenta que te miro?, no pongas esa cara de asco tú ya has visto muertos más feos que yo, si, si llévate mis zapatillas son tuyas, gracias por tu ayuda ¿Qué haces?, ¿Qué haces? no, no, no te lleves la cadenita de mi hijita, de mi Lucerito, ya te dije que no te la dejo, es un regalo de ella no te la lleves Irak, no seas tan mierda, te la llevas de todas maneras ¿no?, no me escuchas ¿no?, no ves mis lágrimas ¿no?, igual si me escucharas los muertos no pueden pedir cosas ¿no?, la cárcel tiene sus reglas y hay que respetarlas ¿no?, por qué me mentiste, por qué me dijiste que no dolía, si duele mucho, Irak por favor que mi hijita no me vea así, que mi mamita no se enteré que me mataron así, por favor amigo, papito qué te puedo decir no quería acabar así papito, nunca lo imaginé, escúchame Irak, dile a mi mujer que la amo, que me equivoqué que sólo quería estar con ella, Irak hazlo por favor, aunque no me escuches, para de rebuscar mis bolsillos no te das cuenta que aún estoy vivo ¿no?. Irak duele mucho morir, duele mucho, si puedes viola las leyes de la cárcel y dale la cadenita a mi hijita, me muero. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado...
Quién me jode ahora, con esta resaca no quiero ni abrir los ojos, hace rato que el sol me está matando, pero ni me muevo porque siento que el mundo gira sin control.
- Pst, pst, pst Mollejas.
- ¿Quién eres?, ¿Qué quieres? – digo enfadado sin abrir los ojos, sólo veo el rojo de mis párpados bañados por el sol, cosquillean las gotas de sudor que de mi cara resbalan por el cuello para perderse en el vello pectoral.
- Soy un pata no ma’, te traigo un datito de los Castillo... "estás muerto".
No hago caso de lo que dice, creo que ni he escuchado, sólo me preocupo por aguantar mi vómito, no quiero regresar la chicha canera.
- Compare’, ¿me has escuchado?,... "estás muerto" - caigo en cuenta de sus palabras.
- ¿Qué te pasa pavo? – digo abriendo los ojos para encontrarme con una cara donde una sonrisa desdentada y burlona me recibe, es una rata – ¿Quién chucha eres payaso?, ¿De dónde has salido? – nunca he sido grosero pero de las primeras lecciones que me dieron al llegar aquí es que la educación es debilidad, hay que adelantar de boquilla, me dijeron, éste es uno de aquellos pastómanos que hacen de mandaderos en la cárcel, las ratas son inofensivas, son el penúltimo escalafón en esta sociedad, sólo superan a los locos y a los agonizantes, puedo tratarlo así.
- Tranquilo varón, tranquilo varón, yo sólo te traigo el dato, no te ases – automáticamente se pone en posición de víctima, simulando miedo, las ratas lo saben todo y éste sabe que soy un "decente".
En el penal los "decentes" somos un tipo especial, justamente eso, somos gente decente que ha caído en la cárcel por esas confusiones de nuestra policía y que se mantiene en ella por esas ineptitudes de nuestra justicia, no somos de este mundo pero estamos aquí, la suerte y el dinero nos lleva a un status quo donde nadie molesta y podemos encapsularnos para no vivir la vida del delincuente, yo soy uno de aquellos "afortunados".
- ¿Qué dices? – no logro entender lo que habla.
- Varón los Castillo me han mandado a decirte que... "estás muerto".
- ¿Qué te pasa güevón?, te has quinceado yo no conozco a los Castillo, la estás cagando el dato es para otro.
- No varón la tengo clara, el mensaje es para ti.
- ¿Para mí?, ¿Qué te pasa baboso?, a esos patas ni los conozco.
- Varoncito – fingió miedo nuevamente – los Castillo son los negros del Pabellón 11, los chalacos, ellos son los barbones ahí me dijeron clarito, dile al Mollejas que "está muerto", no hay otro Mollejas en el penal eres tú, varón.
- Güevón, somos como treinta mollendinos en todo Lurigancho, no debo ser yo – sin quererlo estoy conversando más de la cuenta con una rata, lo hago porque estoy extrañado.
- Varoncito, tú eres el único al que le dicen Mollejas y además eres el único que ha estado faltoso con los Castillo.
- ¿Faltoso?, agüevado te digo que no los conozco, yo nunca he ido al Pabellón 11, ni al Jirón de la Unión – es verdad nunca me había movido de nuestro pabellón un "decente" como yo está a salvo en nuestro pabellón, en la tierra de nadie que es la parte externa de los pabellones no tanto, no sé porque le dicen Jirón de la Unión como la célebre calle limeña.
- Lo manyo varón, tú ni los conoces, pero para la falta que has hecho no se necesita verlos.
- ¿Falta?, ¿Qué falta?, estás hasta las güevas, la estás cagando y por malmandado te van a cocinar, vas a ver, ahora arranca antes que te meta una cachetada – no puedo seguir conversando con él se ve mal, de hecho algunos cumpas ya me miran con un reproche en la cara, una característica del "decente" es el perfil bajo no se puede hablar mucho con una rata – ¡arranca de aquí te he dicho!.
- A las ocho después que se vayan las visitas vienen por ti... "estás muerto" varón – su cara se ha vuelto fría y escupiendo al suelo se va, es una ofensa viniendo de una rata, las ratas son sobrevivientes saben cuándo y con quién pueden tomarse esas licencias, él sabe que este es el momento para una de esas licencias. Es domingo a las ocho de la noche ya no quedará ninguna visita en el penal y la mayoría de los presos ya estarán durmiendo sus borracheras iniciadas con las primeras visitas.
Lo veo partir con su ropa harapienta y su caminar desvencijado, vuelvo a mi posición, pero ya no me preocupa la resaca, mi cabeza está revuelta pero no por la borrachera, estoy turbado, ¿Será verdad lo que me ha dicho?, no tiene sentido, pero nadie, menos una rata, se juega así, ¿Qué puede haber pasado?, una equivocación sin duda, en realidad si había escuchado hablar de los Castillo inclusive los vi alguna vez viniendo al pabellón eran un par de hermanos lo más disímiles posible uno espigado y delgado y el otro bajo y grueso que parecía tener tanto ancho como alto ni el primero llegaba a ser flaco, ni el segundo gordo, eran los taitas o barbones del pabellón más peligroso del penal, el once, por su ferocidad eran los amos de esa parte, a diferencia de otros barbones ellos, cuando se podía, preferían matar con cuchillo y de la peor manera no tenían piedad entre las muchas historias de su crueldad está la vez que mataron a un tipo en tres días, lo destajaron con sus cuchillos con tanta maestría que no le permitieron morir de inmediato lo tuvieron colgado en el corredor de las celdas y como si se tratara de una piñata cada cierto tiempo lo destajaban a vista y paciencia del resto de presos, su poder está basado en el terror.
Me rompo la cabeza, ¿Qué puede haber pasado?, ¿Cómo se ha generado esta confusión?, mi solución es Nano, bueno, Nano es mi solución a todo él es una suerte ángel guardián mío, somos del mismo barrio y hemos jugado juntos de pequeños fue una suerte encontrarlo aquí, él me admira porque me formé como profesional y según sus palabras soy el orgullo del barrio, ahora que he caído en este tremendo error él tiene el encargo de todos los amigos de cuidarme, Nano es un peso pesado en el penal tiene tres ingresos y es conocido y respetado, pues es pieza clave en la red de narcotráfico de la cárcel, Santiaguito si alguna vez tienes un problema avísame no más, y le dices a quien sea que eres pata de Nano Fokinau, ese salvoconducto me ha servido varias veces, en ocasiones pienso que me sobreprotege aunque aquí ése es el mal menor, noto que tiene cierta vergüenza conmigo de sus status en la cárcel, su faceta de criminal nunca la presenta conmigo, no deja que duerma en su celda pues ahí pasa mucho de lo que no quiere que yo sepa pero me ha puesto en una especial que es de las mejores y la compartimos sólo cuatro reclusos una verdadera joya en esta cárcel donde a veces en una celda para dos prisioneros duermen hasta treinta en una suerte de panales hechos con malolientes frazadas colgadas de techos y paredes, llenas de garrapatas y cucarachas. Voy a buscar a Nano ahora mismo, mientras voy del patio a su celda siento que la gente me mira de forma extraña, no puede ser, me estoy sugestionando, son cosas mías yo estoy limpio.
- Hola Peché, ¿Está Nano? – digo entrando a la celda de mi amigo sin tocar la puerta, soy de la familia pues.
- No está se ha ido a hacer un pase, viene a las cuatro – me responde con frialdad.
Él que siempre ha sido amable conmigo me empuja firmemente del pecho y me saca de la celda para cerrarme la puerta de madera en la cara, siempre entro así ¿Por qué está molesto?, qué raro que me haya citado sin reparos que Nano ha salido a hacer una transacción con droga nunca había sido tan explícito, bueno no tengo tiempo para pensar en esto son las diez de la mañana y queda rato para que Nano venga, mejor me voy al patio a seguir descansando.
No puedo descansar sigo intranquilo, ya no es una simple sensación la gente me mira raro, puedo ir ganando tiempo voy a hablar con Taca-Taca él sabe todo lo que pasa en la prisión, está timbeando ahora, pero no importa lo puedo interrumpir un rato.
- ¿Que hay Taca-Taca?, ¿Ya perdiendo tan rápido? – le digo sentándome a su lado en la desvencijada banca, de inmediato todos los que están jugando con él dejan los naipes y se van – ¿Qué pasa, ya terminaron?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, ya a-a-a-acabamos – me está mintiendo las cartas están recién repartidas.
Tratando de parecer lo más natural posible, le digo.
- Taca hace rato una rata se ha quinceado conmigo y me ha dicho no sé qué güevada con los Castillos ¿Sabes algo?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito – ¡mierda! porque no obvia el "si Santiaguito" para conversar más rápido – lo s-e-e-e esa ra-ra-ra-rata es chalaca.
- Pero yo no conozco a esos patas mas que de nombre, ¿De dónde saca que he chocado con ellos?.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, ha-a-a-a-s chocado con ellos y co-co-co-como no se debe, en la ca-ca-ca-cárcel no se puede faltar a-a-a-así.
No pudo creer lo que me dice, ¿De qué habla?, lo tomé con fuerza por el brazo, él se inquietó.
- ¿Cuál falta Taca?, ¿Cuál falta?.
- Taca ven pa’ ca – es el Faite un matón que hace de guardaespaldas de un narco, me miraba con fiereza, mi vehemencia se interpretó como violencia.
- Si Sa-sa-sa-Santiaguito, me-me-me voy puta que ma-ma-ma-mala pata, tú eras un ca-ca-ca-cague de risa.
¿Era?, ¿Era? por qué me habla así, veo como se va, estoy petrificado, me duele la cabeza giro el cuello para aliviar el dolor y aprovecho para ver al resto de gente en el patio, parece que hubiera creado un campo de fuerza ante ellos, toda la loza está tugurizada de gente salvo un círculo a mi alrededor que está desierto, me miran de reojo cuando mis ojos los encuentran se voltean, me miran y hablan entre ellos, pongo la cabeza en la mesa me duele tanto que me va a tumbar, miro el reloj son las once y media de la mañana.
- Santiagou, Santiagou – levanto la cabeza y tengo que guiñar un ojo para que el sol no me deslumbre mientras trato de saber quien me habla, ¿Será mi tabla de salvación?, no, es Irak un gringo excombatiente de la guerra del Golfo, pero luego de 8 años en la cárcel desayunando, almorzando y comiendo pasta básica de cocaína de ese superman americano solo queda una osamenta pestilente y desdentada con un color mezcla del rosado natal y el cenizo del humo, está aquí por burrier abandonado por todos, salvo por un diligente funcionario consular que todos los fines de mes viene a dejarle cien dólares sin decirle una palabra, contento de cumplir el procedimiento, sin preocuparse que ese dinero se hará humo en menos de una día – compadritou, compadritou – jalaba sus palabras – now que te morir, ¿me dejar tu cadenita?.
- ¡Hijo de puta! – instintivamente aprisiono con las manos la cadena que rodea mi cuello.
- ¿Qué chucha tienes?... – le grito en la cara mientras trato de alcanzarlo para golpearlo, es una piltrafa humana pero esquiva muy bien – el que se va a morir eres tú, eres tú, ¡te mato mierda! – estoy fuera de control y no me importa – ¿Quieres la cadenita de mi hija güevón?, ven pues ¡quítamela!, ¡hijo de puta! – todo el patio me mira, un decente como yo no puede hacer esos escándalos, recuerda Santiaguito siempre el perfil bajo, pero no pude contenerme de un momento a otro Irak ha desaparecido, regreso a mi sitio temblando no sé si de ira o de miedo.
- ¡Qué bravo que eres cacherito!, a ver cómo te funciona con los Castillo – el patio rompió en risas, no levanto la cabeza, no lo necesito la anónima puya es a mí.
- ¡Pero si quieres puedes bailarle a los Castillo y te la sacas para que te la chupen! – risas otra vez.
- Ahora te pones hermoso, quiero verte más tarde – las voces salen de la masa tengo ganas de correr, pero me quedo quieto.
Pasa un rato largo, me levanto y voy a mi celda, cómo un ambiente tan tranquilo para mí donde saludaba a todo el mundo y todo el mundo me saludaba puede tornarse de un momento a otro en una selva tan agreste y peligrosa, son la una de la tarde todavía faltan tres horas para que regrese Nano, ¡mierda! la puerta de la celda está cerrada, tocó con la fuerza de la impaciencia, me abre el Cholo Verdura pero no se quita del umbral.
- Permiso cholo – le digo e intento entrar.
- No pasas Mollejas – su cara era pétrea, con el cholo nunca había habido gran simpatía pero nunca me hizo problemas, tenía el respaldo de Nano.
- Cholo no jodas, estoy mal quiero echarme en mi cama.
- Aquí ya nada es tuyo, ¡arranca!.
- ¿Qué te pasa Cholo?, Nano ha pagado por esta celda para mí – la he pagado yo pero prefiero citar a Nano para que sepa quien me respalda.
- Me llega al huevo, no pasas.
- Cholo te estás ganando un problema por las güevas, déjame – e intento nuevamente entrar.
- ¡Sal de acá conchetumadre! – grita como un energúmeno – ¡sal mierda o te meto un puntazo! – y tomó la pose típica del delincuente que te atacará, de perfil para no exponer el tórax, escondiendo el brazo posterior estirado tras el tronco para que no se vea el arma, la cosa está pasando a mayores.
- Tranquilo Cholo, déjalo, esa sangre no es tuya – intervino Ceferino un indio aguaruna que tiene más culpa y más dinero del que aparenta – Mollejas es mejor que te vayas compare’ – dice y me lleva por el corredor.
- Pero ¿Qué pasa Ceferino?, esta es mi celda – le respondo tratando de parecer agresivo, pero sé que suena a súplica.
- Ya compare’, ya, anda no ma’ pa’ allá, no adelantes las cosas, tu sangre no es del Cholo, es de otro, chocaste con carne ajena pe’, deja que las cosas sean como son – era de hablar poco pero esta vez, no se midió.
- Ceferino, por favor dime qué pasa, ¿Qué he hecho? – ni me ha escuchado, ya está entrando a la celda y ha cerrado, parece que todos saben algo sobre mí menos yo.
¡Qué hago estoy desesperado! Nano no vendrá aún.
- Por gozar con Eros ahora sufres con Tánatos – escuché una voz a mis espaldas, era Sócrates un orate con el que muchas veces había hablado de mitología, sabía mucho más que yo.
- No tengo tiempo para ti Sócrates, ¡déjame! – soy rudo con él, no le presto atención, otras cosas ocupan mi mente, empiezo a asustarme.
Veo a Irak en el fondo del pasillo cerca de la paila, corro hacia él como loco, me mira e intenta huir, soy más rápido, alcanzo a tomarlo por la camisa antes de que salte por las escaleras
- Tranqui, tranqui, no te voy a hacer nada, ya pasó – forcejea un rato hasta que se distiende aunque aún me mira asustado – no pasa nada Irak, no te voy ha hacer nada, sólo quiero que me digas algo -
- Si Santiagou, si Santiagou, no pasar nada, I din’t knew lo de tu hijita, nunca más, nunca más – tiene suerte de que sé inglés y le entiendo.
- Ahí queda Irak, ahora quiero hablar contigo de otra cosa.
- Ya, ya, pero ¿Tener una moneditau?.
Meto la mano al bolsillo y le doy 50 céntimos, él ríe, los besa y se los echa al bolsillo.
- Ahora dime, ¿Cómo sabes que voy a morir? – me sorprendo a mi mismo hablando de mi muerte como algo probable
- Oh, oh, ¿You don’t know nada? – dice como cayendo en cuenta de algo – ¿No saber tú nada de lo ayer?.
- Como voy a saber si me metí una gran borrachera, no me acuerdo de casi nada.
- Ayer tú borracho fuck una girl ¿no?.
- Si, algo me acuerdo – era mentira me acuerdo perfectamente y una calentura me recorre el cuerpo, Elena era una trigueña espectacular, alta, de piel canela y cabello lacio que le caía sobre los hombros cuadrados, un cuello tan fino como su cintura, una boca voluptuosa como sus caderas, piernas vigorosas, cómo había gozado con esa mujer, no sé cómo haré para poder esperar al miércoles y verla de nuevo, pero ¿Llegaré al miércoles?, muevo la cabeza como para espantar ese pensamiento.
- Ahí ‘ta Santiagou.
- ¿Qué está ahí?, no te entiendo, era una rufla a la que le gusté y no me cobró – a pesar de su belleza Elena era la típica rufla, mujeres que vienen al penal y fingiendo venir a visitar a alguien ejercen el meretricio con pingües ganancias, ayer Elena había aparecido en la fiesta que se armó para las visitas femeninas nos habíamos preferido desde el comienzo cruzando miradas libidinosas, me aseguré que no sea pareja de ninguno de los compañeros, precaución más que necesaria en este ambiente, un presidiario es muy sensible a la infidelidad, realmente es algo que nos atormenta pues me pasa con Andrea ella me da toda la seguridad del mundo, pero a veces pensamientos parásitos cruzan por mi mente y creo que mi fiel esposa ya no lo es, con Elena esperé hasta el final para abordarla y me confirmó que no era pareja de nadie del pabellón, así es que bailamos y bailamos apretándonos cada vez más, hasta que el licor y el deseo no nos dieron para más, subimos a mi celda y nos entregamos al sexo, explotamos juntos tres veces mientras continuamos bebiendo yo, inhalando coca ella, no sé cuando se fue pues la chicha canera me dejó en la inconciencia.
- Ahí está ¿qué?, habla claro Irak.
- Elena siendo mujer de un Castillo... "you’r dead"
Siento que un rayo me parte la cabeza, ya entiendo, estás muerto..., eres el único que ha estado faltoso..., para la falta que has hecho no se necesita verlos..., has chocado con ellos y como no se debe, en la cárcel no se puede faltar así..., ¡qué bravo que eres cacherito!..., déjalo, esa sangre no es tuya..., "chocaste con carne ajena pe’..., you’r dead... todas esas frases retumban en mi cabeza, Eros lleva a Tánatos eso me quería decir Sócrates, eso era.
- Nooo... – traté de negar lo que ya sabía – ella no es mujer de nadie ¡yo me aseguré!
- Santiagou ella ser mujer de nadie del pabellón, pero si del Castillou, por eso ayer todous te mirar, trataban de avisar tú, pero tú estar drunk.
Era verdad me habían estado mirando pero yo sólo tenía ojos para Elena, ella empañaba todo, mi suerte de ayer es mi desgracia de hoy. Me recuesto contra la pared mientras me resbalo hacia el suelo con las dos manos me tomo la cabeza, sé que para esto no hay salida he hecho lo peor que se puede hacer en la cárcel, para esto no hay perdón.
- Santiagou, Santiagou, ¿tienes otra moneditau? – Irak me tira la manga del polo.
- No Irak, no tengo – le digo desalentado.
- Come on, dar mí otrau moneditau, tú tener.
- No tengo he dicho – mi voz suena más cortante mientras saco mi polo de entre su mano sucia, quiero ser más rotundo pero no tengo ni la fuerza ni las ganas.
- Santiagou necesitou, brother tener hambre, si me dar una moneditau poder chupártela, si me dar dos moneditau me la poder meter un ratitou, estar recién bañadito yo.
- ¡Fuera mierda! – le digo asqueado por su propuesta no es para mi novedad que los adictos se prostituyen por dinero para drogas, pero escuchar la propuesta me enerva, hasta donde puede llegar esta gente.
Son las cuatro de la tarde no puedo detenerme más voy a darle el encuentro a Nano, con él a mi lado no me puede pasar nada. Salgo al patio y lo veo entrar por la puerta, quiero correr hacia él, pero me detengo, luego camino mi ansiedad hace que mis pasos sean más rápidos de lo recomendable, me acercó a Nano y esbozo una risa nerviosa.
- Hola compare’, ¿Qué te pasa? estás con una cara de muerto, ¿no ha estado tan bueno el paseo del domingo? – Nano apenas gruñe una respuesta, no tiene nada de su normal jovialidad, casi pasa delante de mí, debo voltear y seguirle el paso – compare’ necesito hablar contigo – le digo.
- Dime.
- Pero párate no quiero hablar caminando, tengo un problema.
Nano se sienta en una grada de la cancha, no me mira a la cara, está con el gorro hasta los ojos, quizás no quiere que me dé cuenta de cuanta coca a consumido.
- Habla – estoy extrañado él es siempre tan amable conmigo, como en la infancia, ahora es un bloque de hielo, ¿tan grave será su problema? pero bueno debo ocuparme del mío.
- Oye por la mañana vino una rata y me dijo...
- Santiaguito lo sé todo, vengo de donde los Castillos – el alma me volvió al cuerpo Nano no estuvo en la fiesta de ayer pero se enteró de todo por la mañana y ha estado resolviéndolo, ¡Qué buen pata es! – me he estado drogando todo el día con ellos viendo tu cuento.
- Puta Nanín te pasaste te debo una más compadre
- No me debes nada Santiaguito, los Castillos siguen con lo suyo... "estás muerto".
Una oleada de terror me sacudió.
- Pero Nano tú eres mi pata, no puedes dejar que me pase esto hermano, contratemos gente para...
- Todo está hecho – dice parándose y levantándose la gorra para mirarme fijamente – le he fallado al barrio, no te puedo cuidar en ésta - veo una lágrima caer por su mejilla – desde ahora no me hables, no me busques, no me sigas.
Su tono fue duro, amenazador, se va, intento seguirlo y una garra me toma por el cuello, me duele, es Faite que mirándome sanguinariamente me obliga a sentarme en la grada, mientras veo que Nano, se aleja, abrazo mis piernas me siento verdaderamente desamparado todos me miran veo piedad, sorna, curiosidad en esos ojos. Me quedo en esa posición por un buen rato, son las cinco de la tarde no puedo quedarme así como un cordero al que van a degollar soy inteligente necesito concentrarme para salir de ésta. ¡La policía! si sólo logro pasar esta noche mañana vendrá mi abogado y me puedo hacer aislar, mi abogado irá a la prensa y la policía tendrá que protegerme para evitar un escándalo, que haya un muerto en esta cárcel no es problema, pero si la prensa lo vaticina y se da, ahí si que se arma la grande, tengo que hablar con el guardia del pabellón aún en la cárcel hablándole bien al policía la ley puede funcionar, me levanto y voy hacia la salida del pabellón.
- ¿A dónde vas Mollejas? – es Melitón el encargado de disciplina del pabellón, eufemismo de portero.
- Voy a hablar con el tombo – es riesgoso decir eso, pero no tengo otra.
- ¿Para qué? – no me queda duda que ya lo sabe pero es su ritual.
- De una cosa.
- Anda no ma’ Mollejas, pero es por las güevas, vienes rápido.
- Ya – no me desmoraliza lo que dice, debo negociar con el policía, mi trabajo fuera era ese, lo haré bien.
Me acercó al policía que dormita.
- Jefe, jefe – el tipo despierta de a pocos, trata de acomodar infructuosamente la barriga dentro del uniforme – jefe, disculpe que lo moleste – siempre hay que hacerlos sentir respetados.
- ¿Qué quieres?- dice con los ojos entreabiertos mientras se seca la baba que tiene en la mejilla.
- Jefe quiero hablar un ratito con el comandante de guardia – le digo mientras deslizo bajo su mano un billete de diez soles.
- Ah Mollejas, eres tú – me dice mientras con el mayor desparpajo desdobla el billete y lo mira a contraluz para ver si no es falso, mi sutileza fue inútil – el comandante está en la playa, es febrero pues compare’, sólo los cojudos como yo trabajan en verano – luego dobla el billete se lo mete en el bolsillo de la camisa, se acomoda y con la gorra sobre la cara se dispone a seguir durmiendo.
Me cagó con las diez lucas digo para mí.
- Pero si está de guardia jefe, ¿Seguro que no ha venido?.
- No jodas Mollejas, de guardia está para los otros cojudos, los de arriba, que se la creen que un comandante va a estar en este hotel cinco estrellas un domingo de verano –me hablaba desde debajo de su gorro.
- ¡Puta madre! – digo mecánicamente.
- ¿Que pasó Mollejas te acordaste de tu vieja?.
- Nada jefe, no doy pie con bola y tengo un problema.
- Ah
No podía ser, todo se confabulaba contra mí, tenía que dormir con los policías, era mi única salvación.
- Jefe necesito que me haga una gauchada - le digo en tono cómplice y más que nervioso, sé que me estoy jugando mi última oportunidad.
- Habla Mollejas – la voz de debajo del kepí resonaba como de ultratumba.
- Jefe tengo que dormir con Uds. esta noche, mire lo que pasa es que…
- Mil dólares Mollejas – me cortó a media frase.
- Perdón jefe no le entendí, pero lo que le quería decir es que…
- Mil dólares Mollejas y te vienes con nosotros.
- Jefe no tengo esa cantidad – sé que debo pagar, pero es una exageración – jefe por favor comprenda es un asunto de vida o muerte, lo…
- Mucho floro Mollejas, si quieres ir con nosotros, la suite te cuesta mil dólares
Me quedo anonadado, ese dinero no lo tengo, pero mi vida cuesta más ya veo de donde saco mañana.
- Esta bien jefe, mañana le digo a mi abogado que me traiga y a más tardar el viernes tiene su platita.
- Ni cagando Mollejas, ahorita o nada, hasta el viernes quién me asegura que llegas.
Él sabe lo que pasa, ¿Cómo puede ponerse así?, ¿Cómo puede ser tan insensible?, siento que empiezo a perder el control.
- Pero jefe cómo puede hacer esto me van a matar, ¿no lo comprende? – en mi tono se confunden desesperación y llanto – por favor entienda tengo una familia como Ud., Ud. sabe que no soy de aquí – mi voz es un lamento desesperado, pero demasiado alta para no herir la sensibilidad del policía, craso error.
- ¡Melitoooon! – es la respuesta del policía esta vez se levanta la gorra con la mano para que su grito llegue a destino - ¡Melitoooon!.
- Dígame jefe – llega el cancerbero corriendo.
Llévate a este maricón de mierda de aquí.
No me puede votar, no me puede mandar a matar, lo denunciaré – gritó frenético tratando de soltarme de Melitón.
En mi cabeza retumba una explosión, quedo atontado y me tambaleo, veo borroso, por el ardor en la oreja me doy cuenta que Melitón me ha golpeado ahí, desde mi turbamiento oigo mientras me arrastra.
¿Ves Mollejas?, ¿Ves Mollejas lo que me obligas a hacer?.
Me tira en un rincón del patio, sólo tengo ganas de dormir, de dormir profundamente o de despertarme de esta pesadilla, abrazo mis rodillas y ruedo hasta quedar de costado, cuan bajo he llegado, tengo miedo, siento verdadero miedo, aparece la cara sonriente de mi hijita, de mi Lucerito, no puedo quedarme sin ella, ella no puede quedarse sin mí, me paro tengo que jugarme una carta más, debo confiar en mí, voy hacia Melitón que toma una sopa acercando un pote hasta tocar su barbilla
- Melitón voy a salir.
- ¿A dónde?.
- ¿Qué importa?, si ya estoy muerto.
- Hasta que no estés frío Mollejas tienes que decírmelo.
- Quiero ir a hablar con los Castillo.
- La güeva Mollejas eso menos.
- Pero Melitón sólo quiero hablar con ellos no va a pasar nada.
Ni responde sólo agarra la reja poniendo su brazo como una incólume tranquera.
- Ya pues Melitón te puedo chorrear un sencillo y unos fallos si me dejas.
- No contesta.
- Dale compare’, voy un ratito y regreso al toque.
- Entiende Mollejas ¡nooooo…!, no puedes salir, ¿Quieres que te meta otro manazo?.
Me ha perdido el respeto totalmente, radio-cárcel esa misteriosa red de comunicación boca a boca que hace que la información importante fluya casi de manera instantánea ya había llegado a Melitón, si supiera que Nano aún me cuida no me hablaría así y menos me hubiera golpeado hace unos minutos.
- Pero Melitón – suplico – necesito salir para hablar con ellos qué hay de malo en eso, es sólo para conversar.
- Mollejas eres bruto ¿no?, si los Castillos vienen y te dan chifa aquí no hay problema ellos son los que están en falta, pero si tú vas para allá le van a decir a la tombería que fuiste tú a buscarlos y ahí cago yo, no vas a salir y ya me cansé, pasa, pasa.
Melitón me ha empujado apenas, pero es suficiente para que caiga sentado, algunos se ríen, otros me miran con tristeza, otros con indiferencia.
Me toman por las axilas y me levantan en vilo justo cuando una riada de gente casi me atropella, las visitas se van, los menos ecuánimes, los más ebrios, pero todos tristes.
- Cuidadou Santiagou te van a aplastar.
Es Irak que me habla, estoy temblando no tengo fuerzas para levantarme son las seis de la tarde, sólo faltan dos horas para que vengas los Castillo por mí.
- ¿Y si no vienen Irak?, ¿Si se les pasa? – hablo mis pensamientos.
- Santiagou no engañarte ni afuera ni aquiu nadie olvidar que se han fuck su mujer, ellos vendrán.
- ¿Qué hago Irak?, ¿Qué hago? – casi le grito en mi desesperación.
- Pelea Santiagou, ¡mételes chaira!.
- No tengo ninguna posibilidad Irak, ellos son dos y han nacido para matar, yo nunca he usado un cuchillo.
- I know, I know, pero si tienes un lucky punch, ¿Who know?.
Se me ilumina la mente, puedo encerrarme en una celda, hay una que siempre recibe a la gente, la del pastor, el viejo Testigo de Jehová que lucha contra corriente en esta cárcel, seré su más fiel acólito, al fin no es pecado contra Dios pues alabamos al mismo, sólo tiene que hacerme pasar la noche en su celda-templo.
Si pudiera correría pero las gradas de subida al pabellón están congestionadas y en mi actual posición son muy peligrosas para mí, cualquier borracho puede querer cebar en mí algo malo que le pasó o simplemente su tristeza, tengo que esperar hasta que el tránsito esté tan ralo que no haya la menor oportunidad de rozar a alguien, tengo prisa angustiosa, como si los Castillo ya estuvieran caminando hacia a mí, logro escabullirme en el pabellón no sin antes sortear a tipos peligrosos.
La puerta de la celda-templo está abierta la veo como el ingreso al paraíso, entro y veo al viejo con los cegatones ojos sobre su ajada biblia, levanta la vista algo sorprendido, tarda unos segundos en reconocerme se levanta viniendo hacia a mí.
- Pastor he venido a entregarme al Señor – miento descaradamente.
- Hijo has venido a la Casa del Padre – dice cálidamente, mientras coloca su dos manos sobre mi cabeza tengo ganas de llorar y abrazarlo estoy salvado – Jehová tu hijo en esta hora triste ha vuelto su cara hacia ti, tenlo en tu seno pues es creación tuya e imperfección de él – instintivamente entrelazo mis manos en señal de oración
Luego me toma del brazo, me lleva hasta la puerta y me dice:
- Que se haga la voluntad del Señor – y cierra la puerta de la celda-templo en mi cara, me siento desfallecer.
- Pastor, Pastor, me ha dejado fuera ¿Por qué me hace esto?, ¡Me van a matar!, no es cristiano abandonarme, Ud. será el culpable de mi muerte, ¿Por qué se mancha las manos así?, Dios no se lo perdonará.
- Las cuentas de los hombres, se saldan entre los hombres; cuando hayas pagado lo tuyo, descuida hijo yo rezaré porque estés en la gloria del Padre .
Escucho su voz desde detrás de la puerta, es como una sentencia no tengo fuerzas para insistir, sólo me dejo caer otra vez hasta el suelo, no puedo más son las siete los Castillo vendrán a matarme dentro de 60 minutos, como dentro de un sueño siento el arrastrar nervioso de las harapientas zapatillas de Irak que se acerca.
- Vamous Santiagou, párate tenemos que prepararte - no se qué manía tiene este tipo conmigo, no sé por qué me ayuda, es el único, en la cárcel uno aprende a qué nada sucede porque sí, aquí no hay almas caritativas ni mucho menos, pero no tengo ganas ni fuerzas para desconfiar de la única persona que se preocupa por mí, Irak me levanta como a un muñeco y me empuja para que camine, lo hago como drogado, sólo sigo por la inercia de los empellones de él, ¿me estoy acostumbrando a la idea de estar muerto?, me lleva al lugar donde duerme un espacio entra la pared del inmundo baño de las ratas y la pared lateral del pabellón de debajo de los trapos que usa como cama saca un cuchillo, me horrorizo al verlo ¡me va a matar! siento una piedra obstruyendo la boca de mi estómago retrocedo casi por instinto sin dejar de ver aquel artefacto que sólo puede significar muerte, realmente no es un cuchillo es una hoja de metal herrumbrada que tiene un lado con una vena plateada signo irrefutable que ha sido recientemente afilada, en la base con trapos se ha hecho una suerte de empuñadura, nunca he visto uno tan grande
- Toma, Santiagou agarra fuerte – intenta ponerme el arma en la mano, pero se cae, se me hace pesadísimo.
Intenta otra vez y logro asirlo, pone la hoja contra mi antebrazo como midiendo, cuando la fría punta toca la parte interior de mi antebrazo siento un escalofrío.
- ¡Excelent! el tamañou es perfectou, ahora hay que curarlou.
Irak parecía hablar consigo mismo y tomarme como una marioneta a la que prepara para una curiosa actuación, me lleva hacia el baño, el acre olor de excremento y orina es repugnante casi inaguantable, Irak me quita el cuchillo de la mano y desamarra la soguilla que sostenía su viejo pantalón de buzo, se pone en posición de defecar y ahí en el suelo sin acercarse al inodoro defeca sobre la hoja del cuchillo, sus eses corren por el metal, vomito, no puedo contener mi asco, Irak no se detiene sin decir nada más y siempre con ese caminar ansioso lleva la hoja hacia la poza de orines que alguna vez fue un urinario y la sumergió.
- Con estou la chaira además de cortar infecta, si no muere desangradou muere infectadou, ellos conocen una chaira curada, sabrán que no eres un cojudou.
No sé si agradecer o no, sólo tengo colgando de la mano este aparato grotesco y repulsivo siento que no tengo fuerzas para empuñarlo como se debe.
- ¿Irak duele? – otra persona habla por mi boca.
- ¿What?.
- ¿Duele cuando entra el cuchillo? – repito mecánicamente con la vista extraviada – ¿Cuando te cortan duele?.
- Nou, nou, nou duele la adrenalina no deja que doler, solou sientes caliente, nou duele nada.
Sólo faltan quince minutos para que vengan, tengo el cuerpo laxo, no tengo fuerzas, Irak cual un mandril sube al techo del baño va por algo y me da una idea, escaparé por las paredes me iré a la pampa ahí me puedo esconder hasta mañana, tan sólo hasta mañana, quiero subir y no puedo no me dan las fuerzas.
- Irak, Irak – saca su cabeza desde el techo – ven ayúdame a subir.
Lo hace, estando arriba trato de escalar ese muro plano y cruel que no me da una rendija por donde trepar, además las fuerzas no me acompañan.
- Santiagou estou es la cárcel si fuera fácil subir los murous, crees que estaríamous aquí, We can’t, ven.
Me quedé en el suelo con ese centenar de pirañas en el estómago que me marean y ordeñan mis fuerzas, Irak toma mi brazo izquierdo y lo envuelve en un trapo que sujeta con unos cordones amarillentos.
- Este brazou usa para defenderte de los cuchillous desvía la hoja no pares defrente el golpe.
Escuchaba su voz como en un sueño no tenía ganas de la lección de pelea con cuchillo en un minuto.
- Stand up Santiagou, mira – desde el techo observo el patio ya en penumbras y completamente vacío – es mejour que los esperes en el patiou necesitas espaciou para correr – ¿Correr? si las piernas no pueden ni sostenerme – son dous tienes que separarlous evita las esquinas y las paredes para que no acorralen si te pones contra la pared el 50% de tus vías de escape han desaparecidou si vas a las esquina el 75% - Irak ya no habla como una rata, habla como un profesional de la guerra – no te preocupes que tengas unou detrás sólo gira 45gradous y ya lo tienes con el rabillo del ojo, si miras al suelo puedes mirar mejour para los costadous, siempre sal corriendou haciendou ángulou con ellous, sólou ataca si estás en ventaja antes not, recuerda no tajar con el cuchillou, punza lo más adentrou que puedas, pero ten cuidadou con el pechou pues se atraca en las costillas, el cuellou es lo mejour, al lado del arcou de fútbol hay otra punta que te dejou por si se te pierde ésta.
Por algún momento creo que esas lecciones me van a salvar, pero pronto comprendo que no tengo oportunidad. Irak me ayuda a bajar, faltan cinco minutos para las ocho, Irak me da un abrazo y me dice:
- Santiagou no te olvides de lo que te he dichou.
- ¿Por qué lo haces Irak?, los Castillo te pueden matar por esto.
- Santiagou ahora soy una rat, pero nunca dejaré de ser un soldadou preparadou, si los Castillou se meten conmigo los matou.
- ¿Por qué lo haces?
- No es justa una pelea así.
- Entonces pelea conmigo ¡ayúdame Irak! – puedo salvarme si él está conmigo.
- No puedou Santiagou la cárcel tiene sus reglas y tengo que respetarlas.
Me abraza, a pesar de su olor nauseabundo lo abrazo y no lo quiero soltar, me retira las manos y se pierde por el techo, se va.
Tiembla todo mi cuerpo camino por el patio arrastrando el cuchillo voy a un extremo para ver la puerta del pabellón y está abierta, Melitón no quiere problemas con los Castillo, siento un viento helado en mi espalda, la sensación de vulnerabilidad es horrorosa, el temblor es incontrolable me paro en el centro del patio y veo hacia donde correré primero chasss me hiere el metálico cerrar de la puerta del pabellón, ¡ya llegaron! están aquí con puntualidad asesina, comienzo a correr como en cámara lenta apuro a mis piernas pero estas no quieren ir más rápido corro hacia el pabellón he olvidado las lecciones de Irak, subo las gradas a trancos voy hacia el final del corredor en penumbra todas las puertas de las celdas están cerradas, "evita las esquinas y las paredes para que no acorralen si te pones contra la pared el 50% de tus vías de escape han desaparecidou si vas a las esquina el 75%" retumban en mi cabeza las palabras de Irak ¡Qué hago, estoy haciendo justamente lo contrario! por un momento pienso que Nano abrirá su puerta, vana esperanza, mi temblor no para llego a la pared y me pego a ella como tratando de mimetizarme con el concreto me duelen los huesos de tanto que empujo, escucho pasos cadenciosos subiendo por la escalera son ellos, poco a poco los pasos se hacen más cercanos, ¡Dios mío ayúdame no quiero morir! siento algo caliente en mi entrepierna me he orinado eso descarga en algo la opresión que siento en todo el cuerpo, miro mi mano y el cuchillo se resbala hasta caer en el suelo, ahora no tengo oportunidad, poco a poco las dos siluetas empiezan a dibujarse acercándose hacia mí ¡Qué hago! aparecen los Castillos sus rostros son fieros pero caminan con las parsimonia del que va a resolver un mero trámite el más alto tiene cara de niño malo y el más bajo está desfigurado por una cicatriz que le cruza la cara y le levanta el labio para dejar ver un diente apenas blanco, no hablan nada pero tienen en las manos sendos cuchillos vienen hacia mí están a unos metros, instintivamente salgo corriendo y cruzo por en medio de ellos apenas rozándolos no esperaban esto empiezo a correr por el pasillo alejándome volteo para ver como se dan la vuelta sin apuro y caminan hacia mí, ¡logré escapar!, se están quedando, ya me asustaron lo suficiente ¿no?, no más querían eso ¿no?, debo llegar a la puerta para irme a la pampa, tengo sed, ¿qué me pasa?, no, no, no es el momento para que se me adormezcan las piernas, bajo la vista todo mi pantalón está oscurecido ¿Qué pasa?, de pronto siento agujas clavadas en mi costado, estoy todo empapado, levanto mi polo y veo una boca profunda en medio de las costillas la palpo y mi dedo se hunde, me han apuñalado el dolor es indecible quiero gritar pero no puedo, me toco la garganta un pedazo de carne cuelga de mi cuello, me lo han rebanado, Irak dijiste que no dolía, duele mucho amigo, duele mucho, me caigo sobre una grada pegada a la pared cosa curiosa estoy sentado con las manos una cada costado como diciendo vengan a mí, siento cómo la sangre corre por mi cuerpo y piernas ¡qué dolor!, ellos vienen caminando sin prisa y en silencio los veo acercarse, creo que van a pasar de largo saben que me han matado, ya está, no se van, enfilan hacia mí levantan sus cuchillos quiero cubrirme la cara quiero cerrar los ojos pero no puedo sus puñales vuelven a hundirse en mí ¡ayyy! me duele, vuelve a salir el cuchillo de uno y me desgarra, el del otro se ha atracado en mi clavícula no puedo soportar más pone su zapatilla sobre mi cara y saca el cuchillo dislocándome la clavícula el dolor es insoportable, mi cuerpo no responde pero mi cerebro sigue, vuelven al clavarme miran antes de apuñalarme parece que no quisieran dejar ninguna parte sin punzar, el alto pone la mano sobre mi hombro para sostenerme bien y llegar a mi corazón, tengo la boca llena de sangre, ya apuñalaron mi pulmón, ¿Por qué siguen?, ya estoy muerto, paren, paren por favor ya no soporto este dolor, sus caras son inexpresivas parecen matarifes en un camal siento que una parte de mi cuerpo se desprende, no sé cual, oigo el ruido seco cuando cae sobre el cemento, el alto se enjuga el sudor y vuelve a acuchillarme, para al fin, el bajo me mira directo al rostro como calculando cuando veo venir la hoja plata del arma justo directo a mi ojo, estalla una burbuja roja frente a mi siento como la punta del cuchillo choca con el fondo de mi cráneo y araña la pared al salir jriiichhhh canta el metal desgarrando el cemento, me mueve la cabeza varias veces al tratar de sacar el arma, no soporto más el dolor, con el único ojo que me queda veo que se da la vuelta y junto a su hermano se va con el mismo paso cadencioso y en silencio como vinieron llevan los cuchillos goteando mi sangre, ¿Quién viene?, ¿Quién se acerca?, Irak eres tú amigo, ¿No te das cuenta que te miro?, no pongas esa cara de asco tú ya has visto muertos más feos que yo, si, si llévate mis zapatillas son tuyas, gracias por tu ayuda ¿Qué haces?, ¿Qué haces? no, no, no te lleves la cadenita de mi hijita, de mi Lucerito, ya te dije que no te la dejo, es un regalo de ella no te la lleves Irak, no seas tan mierda, te la llevas de todas maneras ¿no?, no me escuchas ¿no?, no ves mis lágrimas ¿no?, igual si me escucharas los muertos no pueden pedir cosas ¿no?, la cárcel tiene sus reglas y hay que respetarlas ¿no?, por qué me mentiste, por qué me dijiste que no dolía, si duele mucho, Irak por favor que mi hijita no me vea así, que mi mamita no se enteré que me mataron así, por favor amigo, papito qué te puedo decir no quería acabar así papito, nunca lo imaginé, escúchame Irak, dile a mi mujer que la amo, que me equivoqué que sólo quería estar con ella, Irak hazlo por favor, aunque no me escuches, para de rebuscar mis bolsillos no te das cuenta que aún estoy vivo ¿no?. Irak duele mucho morir, duele mucho, si puedes viola las leyes de la cárcel y dale la cadenita a mi hijita, me muero. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado...
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